Nuestro maravilloso sistema de capitalismo occidental con piedad socializante viene dando trompicones desde algunos años, porque el "sistema financiero" parece ser una red que debajo había para que pudiera funcionar correctamente. Personas entre vulgares y sencillas, como yo, barruntan que de eso se alimenta todo el escándalo actual con las derivaciones sociales, económicas, políticas, etc. que terminan por hincar el diente en las clases menos favorecidas, por un lado, es decir en los trabajadores y empresarios de poca monta; y en las clases controladas, es decir en los funcionarios.
Es difícil para el que no sea experto economista –y quizá algo más– completar la argumentación que ofrezca el panorama completo. Y sin embargo, sin embargo, sin embargo las únicas personas que tienen completo derecho a saber, opinar, decir, ejecutar sobre la situación creada son, precisamente, los que la sufren. Al paso: majadería mayor que la de la ministra de cultura –con caja baja, siempre con caja baja– pidiendo que sobre temas públicos solo opinen los expertos (en referencia a las cuestiones del Sahara). Eso sí que es una confesión.
Recupero el hilo perdido: pues aquellas discretas, humildes, sencillas personas a las que solo se les ha exigido unas cuentas cosas muy simples (es a a saber: que se endeuden hasta las cejas, que trabajen todo lo que puedan, que mantegan cierta dosis de ignorancia), son las que peor llegan a redondear la argumentación. Y en toda obscuridad hay engaño.
Mire Vd. le vamos a despedir, le vamos a embargar el piso hipotecado, le vamos a bajar el sueldo, le vamos a pedir que se jubile más tarde y cotice más... Semejante batería por la que se pelean en el gallinero político necesita sus "porqués". "Porque si no el sistema financiero se va a la porra". Pues ahora es cuando tendrían que venir los otros porqués, mucho más finos, elaborados y asequibles para el común de las gentes, a las que en el fondo les empieza a regocijar que se hundan los bancos (la imagen inmediata del sistema financiero) que son los lugares, habitualmente, que se quedan con algo más de la mitad de sueldo durante 20/30/40... años; que se hundan las grandes empresas (que se reparten la otra parte del sueldo, en forma de recibos de luz, teléfono, gas, seguro...); o las instituciones (que rebañan lo que pudiera haber quedado, en forma de impuestos y tributos municipales, autonómicos, estatales...)
Y esa es la respuesta del apocalipsis: si el sistema financiero se va a la porra todo se va a la porra. Dejará dios de llover sobre los campos y se agotarán las cosechas, cerrrarán las pastelerías por falta de harina y azúcar, Iberia reducirá sus vuelos a la décima parte, no podremos tener tantos teléfonos, las grandes fábricas de coches venderán la décima parte, habrá que reducir el senado a cincuenta representantes... Los ahorros del capital irán a un corralito (¿de quién?), no podremos pagar las deudas a otros países, ni las deudas familiares, nos embargarán todos los pisos, se vaciarán las ciudades...
El apocalipsis, me da la sensación, se ha explicado demasiado confusamente, mezclando churras y merinas. La ruina del capital será la ruina del capital, y no se ve más allá de esa ruina que vaya a ser peor entonces de lo que es ahora. Pregúnteselo a los famosos cinco millones de parados, a los trabajadores, a los funcionarios de escalas ínfimas y medias... ¡No se lo pregunten a los políticos ni a los expertos en economía!
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