Yo no sé si la intención de Leopoldo María Panero (Madrid, 1948), como poeta, hubiera sido la de aparecer en el rosario de la poesía española actual, habida cuenta de su marginalidad inicial y de su empecinamiento por mantener un cierto grado de independencia y rebeldía, tanto personal como poética. Me da la sensación de que su veta ha sido ya absorbida por las oleadas invasoras de los nuevos poetas; queda una obra extensa e intensa, sumamente irregular, en la que se encuentran joyas cumplidas y todo un testimonio de lo que puede ser una poesía que se niega a cristalizar en supuestos limbos estéticos, sobre todo cuando así se fuga de la realidad, sobre todo si la realidad tiene aristas resistentes a la tradición poética.
Su biografía y sus azares están ocupados por esos continuos regates, bordeando locura y excentricidad; es muy sabido y aireado que ha pasado largos periodos en siquiátricos y que –creo que todavía– en uno de ellos de Las Palmas vive y escribe; de la misma manera que es inevitable la referencia a su entorno familiar –los Paneros, una familia de escritores–, que incluso produjo un par de películas, entre documentales y testimoniales. Una de las ilustraciones es un fotograma de la película.
Quizá lo más importante para nosotros es ver de qué manera la creación poética de Panero ha intentado llevar a su creación –a sus versos– una travesía vital atormentada, confusa y cambiante que afectó (¿o empantanó?) su vida, su obra y la de buena parte de su generación durante el largo final del siglo XX. Al margen de casos concretos –el malditismo, el compromiso directo, la marginalidad...– la obra de Panero es la que con mayor contundencia y claridad nos lleva a ese lugar, desde donde escribe y sobre el que escribe.
La relación de sus publicaciones es deslumbrante; y eso que he suprimido obras en colaboración (pero ¿qué colaboración es la que establece, por ejemplo en los libros finales con Félix Caballero?) y otras menudencias. A la altura del año 2004 Túa Blesa editó una Poesía Completa (1970-2000), que lleva ya bastantes reediciones; también he suprimido lo anterior (1968):
Así se fundó Carnaby Street (Ocnos, 1970).– Teoría (Lumen, 1973).– Narciso en el acorde último de las flautas (Visor, 1979).–Last River Together (Ayuso, 1980).– El que no ve (La banda de Moebius, 1980).– Dioscuros (Ayuso, 1982).– El último hombre (Ediciones Libertarias, 1984).– Antología (Ediciones Libertarias, 1985).– Contra España y otros poema de no amor (Ediciones Libertarias, 1990).–Agujero llamado Nevermore (Selección poética, 1968–1992) (Cátedra, 1992).–Heroína y otros poemas (Ediciones Libertarias, 1992).–Piedra negra o del temblar (Ediciones Libertarias, 1992).–Orfebre (Visor, 1994).–El tarot del inconsciente anónimo (Valdemar, 1997).– Guarida de un animal que no existe (Visor, 1998).–Abismo (Endimión, 1999).–Poemas del manicomio de Mondragón (Hiperión, 1999)-–Suplicio en la cruz de la boca (El Gato Gris, 2000).–Teoría del miedo (Igitur, 2000).–Águila contra el hombre: poemas para un suicidamiento (Valdemar, 2001).– Buena nueva del desastre (Scio, 2002).– Poemas del manicomio del Dr. Rafael Inglot (Valdemar, 2002).– Conversación (Nivola, 2003).– Esquizofrénicas o la balada de la lámpara azul (Hiperión, 2004).– Erección del labio sobre la página (Valdemar, 2004).– Danza de la muerte (Igitur, 2004).– Poemas de la locura seguido por El hombre elefante (2005).– Sombra (Huerga y Fierro, 2008).– Escribir como escupir (Calambur , 2008).– Esphera (El ángel caído, 2009).– Reflexión (Casus-Belli, 2010).
El poema que sigue pertenece al libro de El que no ve (1980):
"Si un ombre no te deja vibir,matarlo hes un hacto en defensa propia".L.M.P.Maravilloso(Cumplí mi promesa Pablo Jauralde):)
ResponderEliminarTerremoto geométrico poético, controlado por una conciencia poética ácida, como la saliva después de la resaca
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