En Plural el título, porque muy en breve voy a invitar a acompañarme por el otro camino de Santiago, que la tradición llama "del inglés", y lo voy a hacer en compañía del padre Sarmiento, que lo dejó escrito; aunque él fue en burro con su hermano y yo lo voy a hacer como corresponde a este siglo digital. En el mientras tanto, ya he recorrido este año un par de veces el oficial, el grande: en una ocasión bajando desde Poitiers (también en Francia había varios itinerarios, el de Poitiers iba luego por la costa) y recorriendo –unos mil quinientos quilómetros– y ahora, en sentido contrario, para marcar algunos lugares que no conocía.
Y he ido cantando, como los romeros. Me acuerdo de algunas canciones:
paré en Villaviciosa
y en un huerto escondido
cogí la mejor rosa;
me pinché al recogerla,
que es flor muy espinosa;
y el corazón rebosa
y más que allí parece
mucho muy más hermosa;
el camino es incierto
y la senda borrosa
si se lleva el recuerdo
donde prendió la rosa.
lejos Villaviciosa,
la del huerto escondido,
la de la flor hermosa.
Los Caños de Rivero y Capilla de Cristo |
Nótese que es de peregrino culto, que lleva artificiosamente al romancillo la rima consonante. ¿Quién ha visto romancillo y consonancia? Por favor.
En esta ocasión he parado en Avilés –que aparte de ser la patria de Campanal– es una ciudad maravillosa, con un casco antiguo recoleto, sencillo y salpicada de iglesias, palacios y soportales. Presume la ciudad de poseer una de las calles más largas con soportales, que es lo mismo que presumir de lluvias; pero es cierto de que son dos, además (Rivero y Galiana), las que los tienen. Sus palacios se conservan bien –excepto el que está frente al teatro Menéndez Valdés–, uno de ellos como hotel de cinco estrellas. El teatro, por cierto, abriendo el siglo XX, con recuerdos de Clarín. Las iglesias más antiguas, sin embargo, han desdibujado capiteles, portadas, arcos.... aunque sigan en pie: así con los franciscanos (en la foto). No he podido ver interiores, porque estaba todo cerrado cuando he paseado; pero a cambio he recorrido casi todo el casco viejo y he imaginado, como hago siempre, cómo sería vivir en esta ciudad noble, tranquila, apacible, a la que llega la sensación de mar cercano y que ha saltado la ría para modernizarse, cosa que tampoco he podido ver más que a través de algunas esculturas modernas –normalmente metálicas, para recordar quizá su pasado industrial– que salpican la ciudad actualmente.
Había fiestas en Avilés, o era sencillamente la alegría del verano apacible: bandas "celtas" –así se anunciaban– tocaban flautas, gaitas y tamboriles por la ciudad, yo escuche una banda francesa, de Brest, tocar delante de la hermosa iglesia y convento de San Felipe Neri; luego, en la plaza donde esta la capilla de los "Ala" (familia asturiana, la iglesia es del s. XV), un cuarteto tocaba jazz ("desafinado", cuando yo pasé); y algún tipo de actuación en otros lugares, aunque la mayor concentración de espectáculos estaba en la plaza Galiana, que tiene como centro un hórreo asturiano y un enorme roble: allí había puestos de todo (crepes, parrillas, etc.; pero tambien quesos de Mahón, extremeños....) Los quesos extremeños los vendía un uruguayo al que cacé el acento y al que me apresuré a felicitar por la copa américa. Pero con todas las vueltas que di, me dejé sin ver el viejo barrio pesquero (Sabugo), como me advirtió la simpática recepcionista del lugar donde me hospedo, que tiene los ojos enormes, como un convento de benedictinos y que es eficiente y cordial.
San Francisco |
En Avilés no existe ningún teatro llamado "Menendez Valdés",ni presumimos de que llueva(cada vez lo hace menos) en cuanto las fiestas noto que no le impotaron nada igual que intuyo que no sabe nada de ese "Barrio de Sabugo"...saludos
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