Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 29 de julio de 2017

Cedeira



Cedeira es un pueblo que, cuando sol, es blanco, verde y azul; y cuando nubes, gris y ventoso. En verano va de lo uno a lo otro. Como conté en algún momento, el mejor emplazamiento para ver como llega el anticiclón de las Azores o la borrasca que cruzará la Península. 


Esta vez tocó luz. La belleza de la ciudad estriba en su largo paseo marítimo, la plaza que llaman "roja" abierta a la ría y la bahía, el verdor de todo lo que le rodea, el pueblo viejo, el aire todavía de pueblo con rutina secular, las playas, el puerto...












sábado, 22 de julio de 2017

Historia del jardín abandonado. Idos.


Los jardines necesitan cuidarse. Como he sido tanto tiempo profe de literatura, fácilmente me voy a las sinécdoques: como los afectos, particularmente, los amorosos, que si no se desvían, deforman o sabe dios qué. Se discute sobre el tiempo que uno puede abandonar un jardín y un afecto. Mucho  tiempo, en todo caso, estuvo el jardín abandonado. Para complicar las cosas: se abandonan los jardines porque te abandonan los afectos, y se da el viceversa. Idos (esto es pura rebeldía), sigo. También me gusta el otro extremo, "varse".


 El caso es que ahora voy de susto en susto: las hortensias blancas purísimas que me recibían a la entrada han desaparecido; aunque han brotado otras azulonas en la serventía. Han “cortado”, cosa que en Galicia equivale han arrasado con todo lo que no llegaba a árbol: campos de toronjil (=melisa), de orégano, del heliotropo que perfumaba toda la casa, casi todas las hierbas luisas y lavandas, etc. El temporal, al que nos debemos acostumbrar, porque los sistemas dominantes no van a intervenir nunca en lo que les hace ricos, han derribado el alcornoque, tumbado un manzano, retorcido el olivo granadino que me regaló Reme, alborotado a los enhebros, convertido las copas de los pinos en remolino.... Idos.


El alcornoque, para leña queda, lo mismo que las ramas bajas del cedro del Himalaya y de la secuoya que presiden el ferrado: desde sus guías, encaramados, otean los cuervos el valle y ven cómo se ciernen los halcones; también avizoran las nueces, pues no estaré en otoño para recogerlas, y prueban de vez en cuando los higos, que este año van a llegar (“de higos a brevas”) a dulces. El médico me los tiene prohibidos, por azucarados, pero no veo ningún médico por aquí.

Lo positivo es que han medrado el cornejo, lleno de drupas, el inmenso castaño –debajo del cual duerme el jabalí– y, nuevos en el ferrado, un árbol de los faroles y un nogal, que sustituye al que derribó el huracán. Dos años le han bastado para andar cargado de nueces; las que miran engolosinados los cuervos. Siguen su curso, protegidos del viento, el granado, los limoneros, las camelias….. y un roble, nuevo, brotado delante de la casa, que no sé qué hacer con él. Idos.

He condenado la glicinia a que desaparezca, me ha derrotado, pero no es una derrota como el estramonio –que renace siempre–, sino que se empeña en abrazar al hórreo y entrar entre las lajas, para derribarlo, seguro. Así, extenderá sus flores la buganvilla, que andaba cohibida, sin acabar de trepar por el hórreo. Tampoco sé si las deutzias de al lado van a sobrevivir a este deseo de no abandonar las cosas a su destino incierto.

Otras menudencias del jardín abandonado, como el enderezamiento de los arrayanes, llenos de flor blanca, que he debido llamar a razón para que hagan curva; la ausencia de las grandes fucsias que pendían sobre el baladro; la propagación de los laureles, que dispersan sus simientes y echan arbolitos, que yo replanto amorosamente en tiestos, no sé para qué, son como los amores pequeñitos, que da pena dejarlos morir. etc. Entre todo ello, señalaré lo que ha pasado con los viejos abruños, aun cargados de frutos: van a dar paso a tres nuevos retoños –nacidos de pepitón– que ya van a dar sus ciruelillas. Podré hacer licor de abruños, de higos, de guindos….  Impresionante el tejo dorado y el acebo. Sigue incólume el árbol de Júpiter, ahuesado, esperando al otoño para acicalar sus hojas, cuando joven, se frotaban en su tronco los ciervos la cornamenta y dejaban huella, lo combatíamos con grasa de oveja. De donde colijo que ovejas y ciervos no se aman, vaya. Idos.

Y este año va a ser de avellanas, los dos arbustos grandotes están cuajados de avellanas, que recogeré y tostaré cuando me vaya. En Madrid haré bizcocho de avellanas molidas, miel y harina de avena. La receta está en mi blog, algo abandonado, como el jardín.
Hay muchas mas cosas; pero las restantes se pueden ver en el material fotográfico, en donde voy a intentar que cada foto vaya con su leyenda.

Que no se crea el jardín que le he abandonado del todo, como los viejos amores, que siempre dejan un no sé que dulzón en los rincones de las entretelas.
Idos.


sábado, 15 de julio de 2017

Nostalgia de Fray Luis


tantas veces      mirando aquel misterio
jardinero que fue       de las estrellas
nocturnos      que despiertan    si la noche

y en brazos de la luna      se despliegan


nocturnos que renuevan      los sentidos
que cantan los silencios      y los tensan
abismos      de ignorancia      que se saben
nos miran desplegados       y nos sueñan

y luego     entonces     y después     así
se apagan     sin dejarnos     o se alejan
un perfume de noche      queda abierto
soledad       se desnuda      más intensa

tantas veces      creí que     al fin      aquello
tantas veces     creí           que aquello era

lunes, 10 de julio de 2017

De la destartalada belleza de Oporto


Ciudad hermosa por cómo desordena los paisajes, como deja envejecer las fachadas, como convierte en calles todas las cuestas, como se lleva nada menos que el Duero –el del romancero– hacia la mar y allí, en el colmo ya de su extraño obrar, dispone de playas y arenales a ambos lados, para que recojan el Atlántico. El mar le da mucha vida, la frescura del verano y las incesantes barbacoas de los restaurantes, en donde, sin embargo, siempre ponen lo mismo al carbón: sardinas, lubinas, pulpo, bacalao.... ¿De verdad serán esas lubinas pequeñas las que traen los pescadores o las de alguna piscifactoría cercana?


Presiden la ciudad varias cosas: la Se o catedral, grande y feota, con aire militar, pero con explanada que mira a los barrios; los puentes, entre los cuales (son herederos de la torre Eiffel) el de Luis I, con doble trazado, para el metro y para coches y peatones, metálico, gigantesco si se mira desde cerca o si se cruza, como los otros en realidad, aunque el final, blanco, parece más angelical; y la "otra" orilla, es decir lo que normalmente se ve a lo lejos al otro lado del Duero, que son unas quince o vente bodegas más o menos famosas de vino de oporto. Todo se puede visitar, aunque la visita a las bodegas, acompañada de degustación o cata de al menos tres vinos, ha de seleccionarse bien, pues algunas visitas son un poco de cuento.


Hay mucho turista, inevitable; pero si son de Oporto los que nos han atendido, hablado o contestado.... gentes amables y sencillas son, como muchos portugueses. Hemos ido al mercado, entrado en las iglesias, comido en las tabernas, paseado en la calles, comprado en las tiendas..... la ciudad es, todavía como muchas ciudades, un placer, a pesar de que la cola mayor esperaba entrar en la librería en la que se filmó una de las películas de Harry Potter; creo que la librería merecía la pena; pero cuando yo fui cobraban cuatro euros para, sencillamente, entrar. No había visto ninguna película de esa serie, ni leído ninguno de los libros, no entré en la tienda.