Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 28 de febrero de 2014

vida agazapada


Todavía el Retiro solitario,
luce el sol que salió de las tormentas
lavado por la lluvia y por los vientos
con el aire que vino de la sierra

el barro en los caminos llena todo
las largas avenidas van desiertas
este sol de febrero recién hecho
brilla en el verde nuevo de la hierba

se adivinan los brotes diminutos
y algún botón asoma su cabeza
lilos serán o puede que narcisos
vida agazapada será que espera.

Deslumbrante mañana de febrero
se adivina el latido de la tierra.



jueves, 27 de febrero de 2014

Y otra vez el mal que genera el arte (cine)

La película mejor valorada de Goran Paskailvevic –cuyo ciclo sigue en el ciné Doré de Madrid– es Sueño de una noche de verano (2004), en donde el germen de la obra del cineasta es una historia sórdida, amarga, cruel, que no tiene ni comienzo ni final feliz. El telón de fondo es una Serbia invernal y árida, los espacios son los de industrias metálicas de desechos, chabolas, casas abandonadas, alguna carretera y, a modo de alivio, bosques desmedrados y gélidos en donde luchan la nieve y el agua. Una excelente fotografía, en la que dominan los dorados y los oscuros, se encarga de contarlo visualmente. Nada parece aliviar al espectador al que se le expone, muy hábilmente, una historia a jirones que confluye en un trío humano, en torno a una adolescente autista. Existe sin embargo un contrapunto –que ya he visto en otras películas de este director– el de la música, que es original, y se entremezcla con sonidos típicos de los países del Este (bajo, acordeón, violín....) Hasta los actores resultan algo desangelados, bruscos, como si ni siquiera se hubiera querido remansar todo aquello con la ¿buena presencia? de los protagonistas, que en todo caso queda quebrada por la turbadora presencia de la adolescente autista.
En medio de ese panorama deprimente y cuando al espectador ya se le ha hecho transitar por todos los escenarios posibles de la desolación –el más impresionante: la escena de los pescadores alineados a lo largo del río en un paisaje de nieve–, el protagonista encuentra una punzada de vida, y lo confiesa paladinamente: cuando menos lo esperaba, la ilusión de la vida compartida, quizá del amor. 
Sin embargo, acaba por imponerse la maldad y el infortunio. No de cualquier manera. Las escenas finales son las de un bosque de almendros, en flor, lo que anuncia una primavera que contrasta con el triunfo de la muerte, es casi todo un resumen de la teoría del mal y la belleza.


Dicen los comentarios del programa de la Filmoteca Española que el autismo de la protagonista es el de la Serbia en guerra de aquellos años. No estoy seguro de si hace falta ese escorzo. La guerra está en el remordimiento del protagonista, en el convoy militar, en el rechazo a los refugiados... en mil aspectos de la trama y del suceder de la película, que no se refiere a ella directamente, y parece querer elevarse, a mayores, a considerar la maldad de la condición humana, extrañamente compatible con el ejercicio de vivir cada día, y aun de alcanzar precariamente unas migajas de felicidad, a la que terminaremos por renunciar.



miércoles, 26 de febrero de 2014

un misterio al fin



Quien pintó a san Cristóbal esos ojos
estuvo trabajando con Picasso
y le enseñó bocetos y dibujos
formados sin pensar de un solo trazo;

supo también que el arte es invención
que no se necesita ver al lado,
que a veces el futuro y la belleza
en nuestra mente está y en nuestras manos,

como si el tiempo entonces no pudiera
controlar lo que somos, lo que amamos,
que más allá de lo que está o tenemos
es un misterio al fin lo que logramos.

La verdad que barrunto es bien sencilla:
no sabemos quizá lo que llevamos.

San Cristóbal, en la Sala Várez Fisa del Museo del Prado (Madrid)
De un retablo de finales del siglo XIII


Una página/empresa necesaria


Difundo una página-empresa recién creada –pero con sobrada experiencia– que realiza tareas referentes al libro y su entorno. Su dirección, en donde se puede pasear por las muchas posibilidades que ofrece http://koliadocumentacion.com/, ya que me he limitado a ofrecer tan solo algunas de sus páginas:


martes, 25 de febrero de 2014

sobre los labios

cada vez que te vas        sé   que te llamo
he de decir tu nombre         simplemente
del corazón    hacia los labios     surge
y con tu nombre     otra vez     tú vienes

pájaro     acurrucado en los recuerdos
que a la luz de tu ausencia     vuela siempre
mi alivio es      descansar entre sus alas
mi refugio es     guardarlo    entre mis sienes

el que sigue      el que está     y el que perdura
el que     si nada queda     siempre vuelve
el que a los labios     desde dentro     llega
y sobre los labios      la voz   enciende

garabato   tu nombre      pecho adentro
que ni se lleva el tiempo       ni se pierde


lunes, 24 de febrero de 2014

Los amantes mariposa

Mi chinita trabaja en una tienda
de la calle Narvaéz –en Mulaya
a donde voy de vez en cuando
para buscar sus ojos almendrados,

y cuando observo que coloca perchas,
abre y cierra cajones, y derrama
su presencia por todos lados, entro
y hago como que miro los relojes.

Del corazón a sus asuntos va,
sin levantar los ojos, sin distraerse,
en un alarde de dulzura extraña
que me emociona, hasta que finalmente

me vuelvo a casa pensativo y triste
a escuchar los amantes mariposa.


domingo, 23 de febrero de 2014

Y el mal como conocimiento (coda a las furias y las jácaras)


En el cine es donde mejor se entiende que la exposición del mal –el tema del mal– es necesario para enseñar la historia, se extraiga explícitamente luego o no una derivación moral o una enseñanza de cualquier tipo. La exposición de hechos históricos pasados por el celuloide no puede ocultarlos sistemáticamente, o disfrazarlos, pues se ofrecería solo una parte de la historia, de cualquier historia, y ya es bastante lo que el tiempo olvida y la historia no recupera como para además recurrir a esa estratagema. Además, en fin, eso no suele ser así. Las mil posibilidades de los juegos de estilo (perspectiva, tiempo, diálogos, música, etc.) permiten a quien dirija una película y ordene cámaras, temas, diálogos, etc. referir la historia llena de matices, incluso un modo más hábil de negarla o exagerarla.

Diálogo con el director al término de la película (cine Doré, Madrid)
Todo sea para enjuiciar el nuevo ciclo de cine rumano que acaba de comenzar en la filmoteca nacional (Madrid), y que se abrió el viernes con la película Al nacer del día (2012) de Goran Paskaljevic, quien además presentó el filme y permitió el diálogo final con los espectadores. Alguno hubo que en su turno de preguntas equivocó nuevamente lo que es el tema con lo que es el pensamiento o la intención del director, del cineasta. No porque el tema trate de los judíos (los judíos serbios durante la segunda guerra mundial) y se narre lo que ocurrió en Belgrado el cineasta tiene que alinearse exactamente como ellos. Contar en estos casos es un modo de historiar, y la historia no se cambia según las nobles ideas del que las cuenta o del espectador. El quicio en el que se coloca la criatura artística –y con ello me refiero a la película– resulta extremadamente ambiguo, precisamente porque recrea la realidad histórica de manera muy completa (imágenes, diálogos, personajes....), como una copia de la realidad.

Otra cosa es, precisamente, la versión cinematográfica, es decir, la realidad artística: película reflexiva, más proclive al diálogo y los paseos de la cámara –estupenda la fotografía– que a los efectos y los excesos dramáticos que el tema hubiera permitido, no creo que sea muy aplaudida ni degustada por público numeroso, cuyas preferencias mayoritarias se inclinan cada vez más hacia rasgos de percepción simple y superficial.



España en la mirada de Regoyos

Sierra de Béjar
Plaza en Segovia
Plaza en Toledo













Es una de las maneras cómo se puede ver la exposición de Darío de Regoyos, ahora en el Tyssen (viene de Bilbao y va a Málaga), cuyos cuadros –llama la atención– están dispersos, los más en colecciones privadas, lo que hace que la exposición resulte más interesante. Eso ocurre con el primero, el que que va encabezando esta reseña, por ejemplo. Como curioso es que coincida con la exposición de Cezanne, pues ambos artistas tuvieron trayectoria en parte semejante, como pintores en los que termina por agotarse la figuración y el paisaje y que intentan entonces subjetivar aquello, dando entrada en los cuadros a la impresión del sujeto, al impresionismo, y abriendo definitivamente las posibilidades del arte a su libertad absoluta frente a la realidad; de ese modo prefiguran los grandes cambios de la segunda década del s. XX. 

San Sebastián, deshielo
Eso sí, la nota carpetobetónica, resulta muy acentuada en Regoyos, quien atraviesa, a la altura del 98, la España Negra y deja esa serie de motivos entre castizos, curiosos y tétricos, como son la media docena de cuadros sobre los toros –impensable hoy esa vocación torera del país Vasco, la de San Sebastián y Rentería por ejemplo.

Bilbao

Paisaje de Hernani
No se enreda en ellos, y del casticismo sale al paisaje nuevo de los impresionistas, con temblorosos ejemplos de aire y luz, como el de las Landes (vivió en Dax una temporada). Su españolismo, sin embargo, se documenta de manera más golosa en el deambular por Andalucía, Castilla, Cataluña y, sobre todo, el norte (Cantabria, Asturias, el País Vasco...) de donde son las más de sus miradas, sobre ventanas pequeñas y no solo con preferencia por los paisajes, quizá mejor por situar elementos de la civilización (un tren, un puente, un caserío, una barca, unos tejados, un carro, figuras….) formando parte de ese paisaje, que algunas veces, las menos, está solitario. Y todo ello en cuadros pequeños, ya que pintaba directamente y no podía cargar con pertrechos excesivos. 
Irún

Así adivinamos cómo cada vez con más precisión sus ojos y su pincel fotografían lo que la luz le va diciendo, quizá lo que la luz le va inclinando a imaginar: casi nunca el paisaje se deshace totalmente, aunque sí se aleja y se interioriza: pierden el rostro las figuras humanas, diluyen su perfil casas y calles, mezclan sus colores los elementos del paisaje, aparecen impresiones imposibles de paletas de color (empleó más la paleta que el pincel)... Los últimos años los pasó en Barcelona –buscaba el calor–, probablemente, si hubiera seguido pintando, hubiera acompañado a los colegas que decidieron romper la ilusión de pintar la realidad y cruzaron la frontera hacia un mundo imaginario que no hacía falta fotografiar, que no hacía falta mirar y mirar: el nuevo paisaje artístico del arte moderno.

Madrid, vista del Palacio Real
Me reservaré para otra ocasión el comentario a algunos cuadros que pintó en el Valle del Pas, uno de los cuales –así lo titula– en el pueblo de Quevedo, otro en los valles de Toranzo, no por rigurosos geográficamente, sino por la peculiaridad genérica que tienen. Lo que en esta entrada va es el paseo por España –vivió también en Bélgica e hizo muchas estaciones en París, desde luego. Muestras de Burgos, Segovia, Béjar, Córdoba, Granada, varias del país vasco, Cataluña.... He dejado fuera también los ejemplos que suelen adscribirse a su etapa sobre la España Negra, que es un tema complejo al que, por cierto, dedicaré parte de mis andanzas el año que viene.

Madrid, calle de Alcalá
En cuanto al Madrid de Regoyos, conozco una deliciosa postal con la Puerta de Alcalá al fondo (es la que va encima) y una vista del Palacio Real desde los andurriales (la que precede). Ambas me servirán para engarzar con la exposición de fotografías del Madrid viejo en Conde-Duque (Madrid), que se acaba de abrir y todavía no he visto.

San Feliú deTorelló
















La vertiente regionalista y nacionalista al mismo tiempo está muy cerca, si no es la misma, de la que inspira a muchos artistas y pensadores al cruzar el siglo XIX y XX, la que sedimenta la obra de Albéniz, Granados....; la que inspira la mejor y muy conocida literatura regional (Gabriel y Galán, por ejemplo) y la que enreda tortuosamente a los artistas del 98.

Burgos
Salida del sol en Granada
Barcelona

Calle de Córdoba