Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

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sábado, 17 de agosto de 2013

Manuscritos autógrafos del siglo XVIII


La colección que hemos llamado Biblioteca de Autógrafos Españoles, ha publicado (en la editorial Calambur, de Madrid) dos volúmenes, que se corresponden a los siglos XVI-XVII; dejó cerrado y listo para su publicación el vol. del siglo XIX, que apareceré, creo, este otoño; y estamos cerrando, para que se publique más o menos en el mismo tiempo, el cuarto volumen, el del siglo XVIII. El investigador del grupo que había de ocuparse del volumen se os está yendo –justo ahora– a lejas tierras, huyendo de lo que aquí se llama crisis, es decir, del atajo de sinvergüenzas y depredadores –consentidos y aplaudidos– de esta país.



La noticia que doy en esta entrada es, precisamente, de los autores del siglo XVIII que se han organizado en serie alfabética para conformar el volumen, con algún asterisco, que suele indicar cabo suelto (nos falta la foto, la firma, una lectura que se nos resiste....) Para redondear esos detalles finales ando yendo y viniendo a archivos y bibliotecas estos días. Verbo y gracia: durante el despojo de material de la jornadas pasadas obtuve, al fin, un autógrafo de Vicente García de la Huerta; otro, con letra desvanecida, de Porcel y Salablanca; contrasté varios trabajos léxicos de Cienfuegos con letras documentales (no eran autógrafos, aunque llevaban firma al final, también copiada), etc. En el camino me entretuve –es una diversión piadosa y frecuente de los que trabajamos con manuscritos– leyendo las andanzas de un famoso torero español, Pedro Romero, que durante el último tercio de aquel siglo, cuando todavía no se había inventado el fútbol, recorría  la piel de todo llenándose los bolsillos de reales, a las gentes de admiración, y a los grandes señores de motivo para fiestas y celebraciones. No ha cambiado demasiado españa.


He aquí la nómina de autores del siglo XVIII que forman ya nuestro volumen
(NB: los que van con letra negra están incompletos)
         

1.     Álvarez de Cienfuegos,  Nicasio (1764-1809)            
2.     Amar y Borbón, Josefa (1749-1833)                            
3.     Arriaza Superviela, Juan Bautista de (1770-1837)   
4.     Arroyal, León de (1755-1813)                                       
5.     Benegasi y Luján, José Joaquín (1707-1770)             
6.     Cadalso, José de (1741-1782)                                       
7.     Cruz, Ramón de la (1731-1794)                                   
8.     Feijoo, Fray Benito Jerónimo (1676-1764)                
9.     Fernández de Moratín, Leandro (1760-1828)             
10.  Fernández de Moratín, Nicolás (1737-1780)              
11.  Fernández de Rojas, Juan (1750-1819)                                  
12.  Forner y Segarra, Juan Pablo (1756-1797)                
13.  Gálvez de Cabrera, María Rosa (1768-1806)             
14.  García de la Huerta, Vicente Antonio (1734-1787)   
15.  González, Fray Diego Tadeo (1733-1794)
16.  Hickey, Margarita (1753-1793)                                    
17.  Hore, María Gertrudis de (1742-1801)                       
18.  Iglesias de la Casa, José (1748-1791)                          
19.  Iriarte, Juan de (1702-1771)                                         
20.  Iriarte, Tomás de (1750-1791)                                      
21.  Isla de la Torre, José Francisco de (1703-1781)         
22.  Jovellanos. Gaspar Melchor de (1744-1811)              
23.  Lobo, Eugenio Gerardo (1679-1750)                            
24.  López de Ayala, Ignacio (¿1749?-1789)                                                          
25.   Luzán, Ignacio de (1702-1754)                                    
26.  Macanaz, Melchor Rafael de (1670-1760)                  
27.  José Marchena Ruiz de Cueto (1768-1821)               
28.  Martín Sarmiento (1695-1772)                                               
29.  Mayans y Siscar, Gregorio (1699-1781)                                 
30.  Meléndez Valdés, Juan (1754-1817)    
31.  Pedro Montengón (1745-1821)                                     
32.  Montiano y Luyando, Agustín de (1697-1764)                       
33.  Mor de Fuentes, José (1762-1848)                               
34.  Olavide, Pablo de                                                           
35.  Porcel y Salablanca, José Antonio (1715-1794)                    
36.  Rodríguez de Campomanes, Pedro (1723-1802)        
37.  Salas, Francisco Gregorio de (1727-1807)                  
38.  Samaniego, Felix María (1745-1801)                         
39.  Sánchez Barbero, Francisco (1764-1819)                   
40.  Trigueros, Cándido María (1736-1798)                                  
41.  Vaca de Guzmán y Manrique, José María (1744-?)  
42.  Antonio Valladares de Sotomayor                              
43.  Vargas Ponce, José de (1760-1821)                             
44.  Viera y Clavijo, José de (1731-1813)   
                         



domingo, 28 de octubre de 2012

Homenaje a Jaime Moll


En una de las bibliotecas que frecuentó y trabajó, la de Valdecillas, la biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, se presentó el libro de Homenaje a Jaime Moll, en un ambiente amistoso y grato en el que los asistentes superaron tristeza por la desaparición del maestro mediante la evocación, el recuerdo de sus trabajos y, quizá, el vernos todos reunidos confesándonos deudores de su obra. Presidió la sesión la directora de la Biblioteca –Marta Torres– y hablaron brevemente Julián Martín Abad y Víctor Infantes,  que habían promovido la publicación. 

El acto terminó con la exposición de dos jóvenes investigadores de la Complutense, que no llegaron a ser discípulos directos de Jaime Moll, pero que han trabajado –y así lo explicaban– en el campo filológico que él dejó tan bien elaborado. 

Sala de exposiciones de Valdecillas (UCM)
El libro ha aparecido en la editorial Calambur –allí estaba el editor, Emilio Torné– sin duda una de las editoriales más vivas actualmente y la que más ha cuidado el tema de la bibliografía, la historia del libro, la biblioteconomía, la investigación documental, etc. Y extraigo, sin enredar demasiado, una prueba sencilla para rodear al libro de homenaje con otros armónicos de la misma colección.


Durante mucho tiempo en los últimos años he coincidido con Jaime Moll en la BNE: él pasaba por al lado de mi pupitre 30 –sala Cervantes– y nos parábamos un momento; casi siempre era algún motivo bibliográfico: me entregaba puntualmente las colaboraciones que concertábamos para Voz y Letra, revista que dirijo y en donde han aparecido dos o tres de sus últimos trabajos (por ejemplo sobre La Celestina); me ayudaba en las cuestiones más peliagudas del Diccionario Filológico, fue él quien me suministró datos preciosos sobre Lope, Villamediana, Góngora, Salas Barbadillo.... En el caso del Guzmán de Alfarache, que redactaba uno de mis doctorandos –Javier Manchón– se implicó mucho más, pues iba a realizar un viaje a Estados Unidos –donde reside una de sus hijas– y quería hacer una escapadita a Yale, para ver un ejemplar que tenía bajo sospecha. Y así fue: hizo el viaje, la escapadita, vio el ejemplar, que le corroboró sus sospechas y me pasó todos los datos, que aparecen integrados en la entrada de Mateo Alemán. Un último detalle, no quiso aparecer como firmante de todo aquello o, al menos, cofirmante: hubimos de ponerlo discretamente en nota.
Las charlas fueron algo más complejas en los casos de El Buscón y de El Lazarillo. Cuando aparecieron los primeros papeles sobre El Lazarillo, me encareció que le mandara un abrazo de reconocimiento y enhorabuena a Mercedes Agulló, como así hice; yo le hablé de las pistas que Mercedes podría seguir –ella las sabía, de todos modos, otra cosa es que las pudiera seguir desde su retiro y en su condiciones.
En el caso de El Buscón fue más lejos, al mostrarme –todavía no lo he utilizado, creo que solo como alusión en una reseña que va a salir en la NRFH– las manipulaciones de los impresores introduciendo morcillas para completar espacios de página. Todo muy interesante.
¿A quién acudir ahora? ¿Cómo llegar a obtener entre nosotros el riguroso conocimiento que le permitía con una primera ojeada discernir si la edición de las Novelas ejemplares de Cervantes era auténtica o una piratería más de Lira, en Sevilla?
He dejado de ocupar el pupitre 30 de la Sala Cervantes, pues voy cambiar, obligatoriamente, de hábitos y vida académica en un par de años. Este año no he podido charlar ni con Fradejas ni con Jaime. Aunque no sea lo mismo, acudiré a sus libros para corregir mis errores.



domingo, 7 de octubre de 2012

China destruida y otras flautas (dulces y traveseras)


[El libro aparecerá en breve. Me ha prometido el rapsoda que lo enviará a quien ya se lo haya pedido –no hace falta repetir la petición– y a quien se lo solicite ahora; y también me dice el rapsoda que le ha dado mucho, mucho trabajo].



lunes, 17 de septiembre de 2012

Para hablar de bibliotecas

autógrafo de las silvas de Quevedo en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Nápoles
 las escaleras del círculo de Bellas Artes
Un momento de la exposición sobre libros de coro
Para hablar de bibliotecas y particularmente de los 350 años de la Biblioteca Nacional de España se reunió la XV edición de Litterae, en la sala María Zambrano del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, para cumplir un programa que se anunció en otra entrada de este blog, preparado y conducido por Enrique Villalba y Emilio Torné, profesores de universidad; y E. Torné,  además, editor de Calambur, una de las editoriales españolas de mayor prestigio. Me hicieron el favor de invitarme –hablé sobre investigación y manuscritos– y pude acudir a bastantes sesiones, todas menos las del viernes, de modo que pude disfrutar, primero, de conocimientos y experiencias nuevas; luego, de esa zambullida gozosa en espacios intelectuales comunes, para contrastar ideas, sugerir y ser sugerido, saber lo que se está haciendo y lo que no.... 
Madrid desde la sexta planta del Círculo de Bellas Artes
Este tipo de reuniones sirven sobre todo para eso: yo no sabía quién era esa bibliotecaria –Luisa Cuesta– de la que nos habló Pilar Egoscozábal y a la que tanto le costó atravesar la guerra civil con su sinceridad ideológica a cuestas; había visto hojas y papeles de una de las cajas que guarda los de Alberti –de lo que nos habló María José Rucio–, pero no conocía el detalle de su historia (desde París a Argentina) ni otros aspectos interesantísimos de un rico legado –hay más cajas en la BNE– que no se conoce bien, y que entró, por compra, a mediados del siglo pasado a enriquecer los fondos de la biblioteca; tampoco pensé que el conjunto de los libros de coro que se conservan en la BNE fuera tan rico ni tan interesante, que se pudiera consultar on line y que estuviera recibiendo un tratamiento riguroso y complejo.


Me gustó volver al Círculo: no pudimos comer en la cafetería, abarrotada, lo que significa que sigue siendo lugar vivo. Me escapé por una cuestión informática a uno de los despachitos con ordenador y volví a ver, desde una de sus ventanas (de la sexta planta, creo) el espléndido y tumultuoso Madrid que cruza Gran Vía y Alcalá, con el cimborrio del Metropolitano limpio y dorado y con la vieja iglesia carmelita de San Hermenegildo –la que fundó Felipe II y pintó Antonio López, abajo y enfrente, asalmonada.

Firma en el codicilo de Francisco de Quevedo, moribundo

Tuve la suerte –la hubiera tenido de todas maneras– de almorzar frente a dos musicólogos –José Carlos Gosálvez y Jesús– e intérpretes que habían intervenido en la presentación del proyecto que cataloga los libros de coro; y que me ilustraron debidamente sobre lo que les preguntaba mi curiosidad e ignorancia. Que para eso también sirven estos encuentros. Ojalá que continúen.

Hubo exposiciones y diálogos francamente interesantes en un espacio bien organizado, grato y en el que intervenían y escuchaban personas con conocimiento o curiosidad, y sobre todo con expositores muy generosos en cuanto a material expuesto, proyectos, etc. No debo reproducir o exhibir material ajeno, ya lo harán mis colegas; pero tanto el manuscrito de las silvas –arriba– como esta otra batería que sucede de manuscritos de letra original, pertenecen a mi propia perorata:
Autógrafo desconocido de Villamediana
Testimonio temprano y desconocido del soneto cervantino "Vive Dios que me espanta esta grandeza...."

jueves, 1 de diciembre de 2011

Veinte años de Calambur


A manera de sencillo homenaje hacia Calambur, la pequeña editorial que ideó Emilio Torné y que creció hasta convertirse en sello de prestigio, cuidadosa con los textos, exquisita con los libros, oportuna con los títulos y que, me imagino, estará sufriendo los embates que desazonan al mundo del libro. Homenaje a esos veinte años, con cuya ocasión ha  publicado cinco títulos de bolsillo, tan valiosos como manejables. El que falta es el de Pérez Estrada.

jueves, 10 de febrero de 2011

Un libro para quien le gustan los libros



Se acaba de publicar otro libro sobre libros para los que gustan de libros en una editorial que cuida los libros. Después de  la cubierta va la portada y el ejemplo de una página.



miércoles, 9 de febrero de 2011

Librería nueva y presentación

Como no podré ir el próximo viernes a la presentación, a la pompa y circunstancia que acompañará a esa nueva librería de nombre tan dinámico ("Marabunta") lo anuncio para que amigos y colegas acudan. La iniciativa de esa librería es hermosa; las gentes, majas; la ocasión, de Calambur –que no hay más que decir–; y que alguien me lo cuente. Yo pasaré por allí en otra ocasión para integrar el lugar en los itinerarios del Madrid de Lavapiés.