Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 31 de enero de 2016

Orégano en la ventana

Haber plantado orégano no puede
constituirse en motivo de un soneto
–tin tan– están los tiempos desquiciados 
se irá rajoy  – tin tan - vendrá podemos

los tiestos de la ventana han florecido
un enorme planeta han descubierto
pablo iglesias    nos cuentan   es tan malo
la editorial del país da mucho miedo

y uno aquí con la tarde de este sábado
mientras que suena brahms   limpiando tiestos
sin saber terminar        quedaron cortos
los versos tres y cuatro     con relleno

no puede ser     los catalanes huyen
no debería difundir los versos

Gabilondo se vino a un estrambote
creo que nunca llegaré a académico

viernes, 29 de enero de 2016

China: entre mapas y papeles


Con un mapa de la provincia de Fujian se abre esta entrada, que por eso el viajero anduvo por aquellas tierras, en concreto en Gulangyu; porque en toda aquella zona, en la costa, e incluso hasta llegar a Cantón –como hoy llamamos a Guanzhou– era lugar codiciado de los aventureros y navegantes que viajaban desde Europa o desde América ya. Infinidad de cartas de marear, derroteros, relaciones, etc. nos cuentan aquellas aventuras; el universo de los mapas es un mundo aparte, que se necesitaba realmente para emprender los viajes y procurar que corrientes, vientos y escollos no dieran al traste con todo. Por ejemplo, para entrar en la bahía de Ganzhou se encuentran tal cantidad de mapas, desde el siglo XVI en adelante, que se puede trazar con ellos una historia de la cartografía.

He elegido como ejemplo el de un geógrafo francés de mediados del siglo XIX, aunque traeré a colación otros ejemplos, sobre todo porque –como era costumbre con las buenas ediciones– los mapas se adornaban con ilustraciones de calidad, como es el caso, que reproducían rasgos interesantes del lugar, su gente y sus costumbres, como esta hoja con plantas típicas de China, que se encabeza, por cierto, con el jengibre.



Pero  no solo, pues otra de las láminas recoge el peculiar modo de pesca que ingeniaban los chinos, en algunos casos, si no en todos, aun vigente. En el lado de Dali (大理, 云南)se dice que todavía se pesca con cormoranes, como se ve en el detalle de la lámina, es decir con aves de presa que bucean en el lago. Lo que no he visto, sin embargo, es una boda como la que todavía, al parecer, movía a esas ceremonias tan vistosas de otra de las láminas. 

El caso es que el viajero, enredando en papeles viejos de los lugares en donde se deposita la historia de España cuando entra en contacto con la de China, es decir, desde mediados del siglo XVI, ha estado hurgando en las viejas colecciones documentales de los grandes eruditos de finales del siglo XVIII y comienzos del s. XIX, Fernández de Navarrete (sí, el autor de una vida de Cervantes) y sus compañeros gaditanos de fatigas marinas, Vargas Ponce y Barutell, que tienen una historia tan sabrosa como la que ellos andaban historiando. Así es que la colección de documentos que logró reunir o copiar Navarrete estuvo a punto de perderse en Madrid en 1808; se traslado entonces nada menos que a Cádiz, lo que salvó ese tesoro, que luego volvió a Madrid y hoy se puede consultar en el Archivo del Museo Naval, con reproducción relativamente reciente de los 34 volúmenes que conforman la colección original, porque aun anduvo Navarrete publicando nuevas series históricas, hasta dejar incompleta la última (publicó cinco volúmenes y eran siete).


El proyecto de este viajero metido a erudito es el de editar antológicamente los mejores textos, formando sencilla y apasionante colección en Clásicos Hispánicos, para lo que va a necesitar Dios y ayuda, más de lo segundo que de lo primero.
En el mientras tanto, algún relato, carta, viaje.... irá apareciendo en este ventanuco, para probar más que nada y tantear, pues el campo es inmenso, aunque desde la vertiente española –como dije en otro lugar– solo en algunos sectores catalanes de la investigación universitaria he visto que se esté trabajando con rigor y seriedad.

Termino con otra lámina y con el mapa global de Yunnan del mismo cartógrafo francés, una despedida de ese hermoso país al que voy a volver muy pronto.



miércoles, 27 de enero de 2016

por mi mano plantado/a tengo un huerto

la mirada que busca comprender
continuo avance del conocimiento
guardar en el baúl donde llevamos
lo que nos sorprendió          lo que queremos

del camino        del monte y la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto
y ese es el que me lleva a mal traer
el que sostiene       el infinito abierto

el que allí se despliega a cada paso
mientras que paso    mientras me sucedo
mientras que voy detrás de mí    y a ciegas
adoro las pasiones de mi cuerpo

naturaleza que nos hace así
lo aceptamos   mas       no lo comprendemos

martes, 26 de enero de 2016

El arte nos libera y nos identifica

Porque esa es una de las propiedades de lo que se llama arte, es decir, del producto de la imaginación humana cuando se siente libre y actúa. Sigue luego el proceso de contemplación, quizá de admiración y hasta quizá luego de identificación, que ayuda a quien contempla a "verse" en aquellas actuaciones, de muchas maneras distintas. 
He aquí una serie, con su poco de extravagancia, si se quiere, pero más o menos cierta:
Vaya primero mi autorretrato en días compungidos (lo acabo de ver en la exposición de Wróblewski):


Sigo con una de las imágenes que siempre he guardado de China, y que no sabía que la había recogido BOLUC (Palacio de Velázquez, del Retiro).

Allí, en Hangzhou (China), en un afamado museo-taller de un escultor me encontré con este excelente busto de Gabilondo, el mal rector de la UAM:


Y aquí tienen ustedes cómo mira el españolito actual el espectáculo de los políticos, sobre todo cuando avisan de que Podemos es cosa del infierno (estamos en el CNARS):


Y ahora nos vamos al Prado (exposición sobre las Furias) para seguir con el tema, pues no se trata ni más ni menos que de un votante de Podemos visto a través del vocero del PP:


En claro contraste con esta imagen poco difundida de Rajoy, que reposa en el Museo Arqueológico Nacional:


En este maravilloso montaje artístico del CNARS, que se trajo desde Basilea, lo que se ve es a un anónimo votante –indeciso o que no quiere pronunciarse– contemplado con ansiedad por las masas políticas del Congreso, del Senado y de otros lugares:


Pero no todo ha de ser negativo o tocado por la actualidad social; en este cuadro de René Daniels Jacqueline du Pré saca mágicamente el sonido para interpretar en mi cabeza el concierto de Elgar.


En Nápoles encontré mi despacho, todavía sin amueblar, en la casa del embajador de Venecia. Conservaré los desconchados de la pared.


De allí salía al jardín (Carmen de los Mártires, Granada), para mirar el rojo lejano de la Alhambra.


Velázquez me retrató en el Museo de Historia de Madrid.


Y eso que sabía que ya había perdido los amores de Isabel de Portugal –la dama que no encontré–, tal y como la retrató Tiziano, cuando ya había muerto:


Y así vamos, rebotando de obra en obra, qué duda cabe que identificándonos allí y allá, reconociéndonos en la gárgola de una fachada, el escorzo de un caminante sin cara, la pasión de un adagio melancólico, el temor del odio y el rechazo.... por los caminos de la libertad. Hasta volver a encontrarme en el lago de Hangzhou –a donde voy a viajar enseguida– y recorrer sus escenarios poéticos, identificándome con quienes allí escribieron hace más de ochocientos años:



domingo, 24 de enero de 2016

El libro de Lin Qiao


En la isla de Gulangyu hay un hermoso jardín, en torno a una estatua femenina, al que se llega por una de las calles que descienden al mar, jalonada de esculturas que forman libros abiertos con frases de Lin Qiao, la benefactora que dedicó su vida a los enfermos y que allí reposa, desde 1988, cuando sus cenizas se trajeron de Beijing. Lin Qiao quería reposar en la isla en la que había nacido (1901) y en donde realizó sus primeros trabajos. Murió en la capital en 1984.
Las anotaciones de los libros recogen buena parte del pensamiento esencial de Lin Qiao, todo un código ético de la medicina, teñido de vitalismo, como en esta página:


[Peijin de andar por casa, sin tonos (por culpa del teclado): xin chu lai de tái yáng bi shen me dou hao. Wo aizhe ming lang de tian kong he zhé ming yin tian kong xia de sheng huo!]

"Nada se puede comparar al nuevo amanecer. Amo la claridad del cielo y la vida bajo ese cielo luminoso".

El viajero pasa, anota, traduce con paciencia, descansa en en jardín, donde hay una escultura de unos niños que juegan, y desciende hacia el mar, reconciliado y feliz.


sábado, 23 de enero de 2016

Camino del archivo naval


La niebla en el Retiro es persistente
los árboles no encuentran su postura
al pasar hay caminos que se esconden
a su trabajo el erudito cruza

se dirige al archivo de la Armada
para hurgar en viejas escrituras
de aquellos navegantes que se fueron
en busca de su sueño         a su aventura

los cipreses del lago   están sin hojas
le sobrecogen    raras colgaduras
que manchan la belleza transparente
del palacete que al cristal se curva

el Museo Naval    registros    guardias
al archivo     a la sala de lectura








viernes, 22 de enero de 2016

La historia de China en España


Mucha gente, muchos investigadores harían falta para que se recuperara cabalmente y se rehiciera la parcela histórica que vio el encuentro entre España y China. Al margen de Marco Polo y otras anécdotas, el encuentro tuvo lugar inicialmente a lo largo del siglo XVI. Los navegantes, aventureros y misioneros españoles –y portugueses– se perdían en los mares lejanos buscando sus propios sueños, y dejaban relatos, noticias, cuadernos de bitácora, cartas.... que iban y venían, que se dispersaban, que a veces hasta se imprimían. 

No existe, me parece, una tarea continuada, profunda, sistemática en la tradición historiográfica española que mantenga lo que se hizo desde finales del siglo XVIII, al recoger de modo generalizado todo lo que se había venido produciendo en ese terreno, desde León Pinelo hasta Fernández de Navarrete, Retana, Vindel... Eso sí, he encontrado, particularmente en Barcelona, historiadores activos, de capacidad y conocimientos envidiables, como Mallé Ollé, que también ha manejado los fondos del Archivo del Museo Naval y ha escrito una preciosa monografía sobre La empresa de China, un auténtico vademecum para quien se sumerja en este campo; pero no encuentro nada semejante, por ejemplo, en Madrid o en Valladolid o en Salamanca, en donde hay fondos olvidados que esperan la lectura del investigador, al menos para poder trazar con dignidad el mapa de aquellos descubrimientos.


Este investigador, metido a viajero de vez en cuando, va poco a poco tanteando ese terreno y sorteando dificultades: el idioma, las trabas en los visados chinos, la excesiva extensión del campo de trabajo.... El próximo número de la revista Voz y Letra incluirá ya una primera recensión de "manuscritos sobre China en la BNE". En estos momentos trabajo con otros dos fondos distintos, uno de ellos es el que se encuentra en los archivos del Museo Naval de Madrid, en donde están, por ejemplo el original de los ingentes volúmenes de Navarrete, que recogieron y copiaron a finales del siglo XVIII todo el material –normalmente manuscrito– que circulaba o se había guardado, particularmente en el Archivo de Indias sevillano, pero también en otros lugares, como la Confederación Hidrográfica.


La cantidad y calidad de esos fondos –y aun de otros que allí se conservan– es fundamental para la historia de China y España; pero no voy a poder abarcar todo, por eso doy noticia. Es así por ejemplo que encuentro gran cantidad de textos que merecería la pena editar, y no solo del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, que son los más golosos, sino cuando las relaciones y noticias se adensan, sobre todo a lo largo del siglo XVIII. En mi última cala, por ejemplo, me entretuve con un grueso volumen de tamaño folio, manuscrito, en el que se escribe un diario en Cantón, circa de 1780. He tomado las ilustraciones finales de ese mamotreto. Incluso el edificio o "factoria" –así se la llama– que allí se describe mientras se construye.... ¿estará todavía en pie?


La mayoría de los relatos que allí se depositaron o que Navarrete mandó copiar, sobre todo los más tempranos, deberían editarse íntegros, quizá formando un primer volumen de una serie mayor (y así lo he propuesto para Clásicos Hispánicos). Relatos de 4, 10, 50 o 100 páginas que cuentan, como entonces se hacía, la llegada a un puerto, las discusiones con las autoridades para poder "abrir tienda religiosa", peleas, discusiones y maravillas. Todo el noticiero que iba y venía al Consejo de Indias en Madrid, las órdenes de los Virreyes, los riesgos del capitán de navío, los temores de los comerciantes de Perú y México, o de los de Sevilla.... 

La verdad es que está todo ahí. Espero que al menos lo más interesante y poco a poco se pueda ir editando, en espera de la consolidación de una auténtica escuela de sinólogos españoles.



jueves, 21 de enero de 2016

Quizá sea mejor no querer nada....


Quizá sea mejor no querer nada
desechar la emoción de ser querido
desprenderse de todo lo que quieres
mantenerse en silencio desprendido

que así serán el polvo y la ceniza
y así la piedra    quieta     sin sentido
y así el árbol     si el viento   si la lluvia
y todo lo que calla al ser herido

trasiegos del lamento y de la risa
pasión de ser    en tiempo fugitivo
minúsculo destello que sucede
sin tiempo de pensar que nada ha sido

nacer hacia la muerte poco a poco
en medio del fragor      del estallido


 

Último número de VOZ Y LETRA




Con un paraguas rojo



Había que elegir para el último día algo quizá especial, porque el avión hacia Hongkong salía a primera hora de la noche. Imaginé varias aventuras, sabiendo de antemano la que iba a elegir, porque el día estaba lluvioso –la lluvia cálida del trópico– y no había podido visitar todos los rincones del Botánico, que, según el mapa que me dieron al comprar la entrada, era inmenso. Y allí que me fui, después de comprar el paraguas rojo que el hotel ofrecía por 58 yuanes a los huéspedes, provisto de un calzado ad hoc que siempre me llevo a China: unos camper, para decir la verdad y hacer la debida propaganda a la casa mallorquina, que me ha suministrado ese viejo calzado con el que he recorrido todos los rincones de China, y que tiene la propiedad de que pueden mojarse, y por tanto lavarse.   




El Botánico de Xiamen estaba prácticamente vacío, aunque entiéndase que vacío no hay nada en China; pero vamos, de vez en cuando una pareja, un grupito, a veces nadie, sobre todo cuando eché a andar por los caminos de piedra o tierra que se internaban lejos de la carretera asfaltada (hay un autobús que va recogiendo y dejando visitantes).... La mayoría de las fotos, con el paraguas rojo, que he respetado casi siempre en lo que ilustra esta entrada. Eso sí, no me podía parar a traducir adecuadamente las inscripciones y avisos, sobre todo en las piedras y en los asientos, porque no tenía manos suficientes para el paraguas, la pequeña cámara de fotos, la mochila.... De modo que fue el paseo menos meditado de todos, orientándome por la luz, los ruidos, la cantidad de giros que el camino daba; pero como era día sin sol y el camino quebraba constantemente y yo no tenía prisa, me perdí pero que bien perdido en medio de aquella masa de floraciones y plantaciones gigantescas. 

Y así anduve, anduve, anduve –como el poeta–, desprecié una zona de cactus muy extensa, no sé por qué nunca me han interesado mucho, y sin embargo me interné en otra de parras. Huí del templo que arriba existe, porque ya lo había visitado la primera vez, y hablé muchísimo conmigo mismo, diciéndome cosas que ya me había dicho muchas veces, pero que debajo de mi paraguas rojo, con el olor de la lluvia y cuidando de no resbalar en aquellos páramos humanos, me sonaron como flores frescas del pensamiento.



No alcancé ninguna conclusión, si no fue la de que estos viajes y sus correspondientes meditaciones no tienen por qué abocar a conclusiones, sino que se producen como tránsitos, tampoco sé muy bien de dónde a dónde.



Agotado y feliz –las reflexiones no fueron pesimistas, ya se ve– hube de salir, sintiendo arriba de las copas un ruido extraño, que descubrí como el de los cangilones de un funicular, hube de salir, decía, a un barrio alejado del oeste del parque. El mapa (el "ditu, 地图)del IPad, que me había abandonado dentro del parque, volvió a ser mi amigo a poco de salir, y me indicó con su flechita azul que estaba lejísimos de mi alojamiento, en donde me guardaban la maletita de viaje.


Decidí volver andando y por el camino, tomarme unos fideos chinos en algún sitio lleno de colegiales. Y así lo hice, con postre de mandarinas y un helado. Lo he contado ya.