Grisel, te mando tres fotografías, en la primera verás la hortensia que te traje de Galicia, lozana y rozagante ella en el momento de elegirla cariñosamente para ti; estuvo nada más llegar en un alféizar exterior de una ventana; en cuanto llegó el frío pensé que recordaría el clima dulce de donde la extraje y la pasé al interior, con luz y acomodo, en lugares en donde estuvieron plantas tan queridas como una gardenia o un ciclamen rojo reventón; incluso le decía cosas cariñosas –recuerdo perfectamente haberle preguntado que si le gustaba Mozart. Un día, al volver del cole, vi que habían encedido la calefacción y la hortensia, la tuya, me miró raro, como reprochándome sabe dios qué cosas desde su incapacidad verbal. Le insistí sobre Mozart y para hacerle una gracia le cité también a Paulina Rubio, quien como sabrás, acaba de tener un churumbel con un famoso, no me acuerdo quién, porque, la verdad, Paulina Rubio se lleva todo mi interés cuando está en pantalla. El comentario me viene del "Corazón corazón" del mediodía en la primera, que todos –es decir, las plantas y yo– vemos a la hora de comer, mientras alcanzamos el telediario y nos enteramos de la crisis. Por la noche repetimos circunstancias –bandeja, cena, caja tonta...– solo que con Beatriz Montañés, que es más agradecida y me sublima, a decir verdad, infinitamente más que Paulina, sobre todo por esa pátina de intelectual progre que permite barruntar que será mujer liberada y generosa en sus haceres. Bueno, es el caso que tu hortensia a lo de Paulina Rubio me contestó dejando caer una de sus hojas más amarillas.
Así la situación, se fue ajando día tras días hasta convertirse en esta birria de palos que ahora es y que verás por la foto, mírala. La mata de raíces por debajo del tiesto testimonia la exuberancia y placer con la que se daba a la tierra y a las lluvias en el lugar gallego donde florecía.La otra foto recoge el rincón de una de las ventanas exteriores donde vive, y vive bien, la otra hortensia, la mía, que me traje el año pasado y que está rodeada de viejas amigas, entre ellas unas violetas a las que no les cabe más que hablar.
Se me ocurre que la salvación de tu hortensia habrá de pasar forzosamente por una poda severa y la consagración de la primavera. Hasta entonces, si te parece, en cuarentena en el alféizar, junto a unos semilleros en los que están brotando las semillas que me traje de Palermo, es decir, secuoyas, almeces, ficus... gigantescos que se han debido crecer que esto es jauja y ya han brotado. Se van a quedar de piedra cuando vean el metro y medio de altura que tienen para hacerse mayores.
Algunas cosas más de última hora: no sé de qué color serán las hojas; no, no te cambio la tuya por la mía, porque las plantas y sus dueños somos seres vivos que establecemos relaciones sentimentales con nuestros semejantes y cercanos, y esas cosas no pueden hacerse a la ligera.
En fin, ando brujuleando libros para saber qué ocurre con la adaptación y resistencia de las hortensias, que he encontrado en todo el mundo y que luego, sin embargo, parece morirse al primer resfriado: pero no se resfrían con los veinte bajo cero de Boston, o con las heladas del invierno granadino... En algún momento me dijeron que eran subespecies. Ya te diré, ya te diré. Y te seguiré teniendo al tanto de lo que pasa con tu hortensia, Grisel.
Gracias Pablo, por la planta y la epístola. Me parece que la hortensia está deseando llegar a su hogar definitivo para crecer rodeada de rock alternativo, también escuchará Mozart, de vez en cuando… A pesar de tus amorosos cuidados, nunca nunca entenderá que hayas querido animarla con Paulina Rubio. Esperaré atenta tus noticias sobre ella.
ResponderEliminarBeso,
Grisel