Se llama lucidez a la ignorancia que el pensamiento logra poco a poco, a la conciencia de que no se puede edificar con nuestra inteligencia un mapa limpio de las circunstancias por las que hemos venido finalmente a contemplar, como normal, la inercia con la que los misterios nos rodean.
No sabemos en qué lugar secreto la conjunción de células, membranas, nervios... logró que pensara alguien. El pensamiento se despliega y rumia como en el mar las olas, siempre igual, hasta una nueva conjunción de soles.
No sabemos en qué lugar secreto la conjunción de células, membranas, nervios... logró que pensara alguien. El pensamiento se despliega y rumia como en el mar las olas, siempre igual, hasta una nueva conjunción de soles.
Y ahora:
Se llama lucidez a la ignorancia
que el pensamiento logra poco a poco,
a la conciencia de que no se puede
edificar con nuestra inteligencia
un mapa limpio de las circunstancias
por las que hemos venido finalmente
a contemplar como normal la inercia
con la que los misterios nos rodean.
No sabemos en que lugar secreto
la conjunción de células, membranas,
nervios... logró que pensara alguien.
El pensamiento se despliega y rumia
como en el mar las olas, siempre igual,
hasta una nueva conjunción de soles.
que el pensamiento logra poco a poco,
a la conciencia de que no se puede
edificar con nuestra inteligencia
un mapa limpio de las circunstancias
por las que hemos venido finalmente
a contemplar como normal la inercia
con la que los misterios nos rodean.
No sabemos en que lugar secreto
la conjunción de células, membranas,
nervios... logró que pensara alguien.
El pensamiento se despliega y rumia
como en el mar las olas, siempre igual,
hasta una nueva conjunción de soles.
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