Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 30 de marzo de 2016

sin canciones


iré dejando de escribir canciones
y pasaré las más       a los secretos
al fin y al cabo muchos no quedaban
y los otros ya  no sé     si son ciertos

asuntos destemplados de la edad
hay algo que se va     y quedó en los sueños
como borges      no sé si se inventaron
o de alguna  lectura se salieron

y poco a poco      a fuerza de pensarlos
creí que eran secretos verdaderos
parece magia absurda    que sucede
la magia de vivir      me temo

que más da si puedo     así     contigo
que más da que te vayas      si  te llevo


Entre sauces y eucaliptos en el Botánico de Hangzhou


Los largos paseos alrededor del lago del oeste suelen ser entre hileras de sauces (l柳树), que en primavera alcanzan el esplendor de la fragilidad, ramas flexibles que se curvan hacia abajo, hojas diminutas, todo al arbitrio del viento o de la brisa; de vez en cuando algún sauce viejo (¡hasta de doscientos años de edad!) que ha necesitado de todo tipo de muletas para no caer al lago y beber directamente el agua que necesita. En estos últimos casos el contraste entre la tortuosa rugosidad del tronco y la flexibilidad de las ramillas que van apareciendo es muy peculiar; y llama la atención, si alguien se para a pensarlo: el cuidado con que se han protegido esos ejemplares, que son muchos. Por cierto, la foto de este ejemplar de 220 años es la de una variedad:



Claro que hay otros árboles, particularmente camelias (茶花  ) pinos (松树)y cipreses (松柏), cerezos (硬) y una excelente muestra de árboles semitropicales, muchos de los cuales no conozco. De entre todos, nos ha llamado la atención la figura de los eucaliptos (桉树), muy abundantes, que se espigan en forma de flecha para formar hileras, antes de envejeces, centenarios (como los del lago de Kunmming, que aquí mostré en otra ocasión). Son los del fondo de esta foto:



Para saberlo, hemos ido al Jardín Botánico (植物园) de Hangzhou , que ocupa unas 85 hectáreas.... y allí hemos pasado un día entero –voy con mi hijo–, primero en bicicleta, y luego andando (no está permitido entrar con bicis en algunas zonas, las florales). Ha merecido la pena, pero primavera tarda –siempre Machado, eh– y no había florecido casi nada, ni siquiera las enormes agrupaciones de azaleas (肚鹃), que son tan tempranas; ni el ejército de rododendros, espectacularmente agrupados en una superficie gigantesca; ni habían enramado o florecido los más de los árboles. El botánico se mantenía tranquilo, solitario, húmedo, dominio del verdor.... De las pocas floraciones obtuve alguna foto. El resto lo son del largo paseo, entre las que destaco los bosques de bambúes (竹子 的 林)。


El jardín chino –como he explicado otras veces– está en los antípodas del jardín inglés o del español, y acepta algunos rasgos del jardín francés, es decir: la intervención ostentosa del jardinero, que en el caso del chino va mucho más allá, por su preferencia por piedras y rocas quebrando terrenos y lagunas o por la intersección de medio edificios, esto es, galerías, pagodas abiertas (宝塔),de manera que el jardín siempre ha sido dispuesto o intervenido en función de su lugar y otros aspectos.


Volvimos al anochecer, con tiempo suficiente para ir al centro –en busca de la cena, que iba a ser una "olla caliente" (火锅) y con tiempo para asomarnos al crepúsculo del lago.


[PD: Las referencias en chino tienen su función, ante todo la de guiar a los lectores chinos por la página; pero también la de que así sepan, ellos, el nombre español; y finalmente la de corregir  completar los que doy, de los que no estoy tan seguro].

martes, 29 de marzo de 2016

Diez días en China


El viajero ha estado diez días en China; pero no se ha podido asomar a esta página, ni referir lo que podría ser de interés. Al parecer la famosa reunión de los veinte se va a celebrar en Beijing, y allí también tenía lugar otra reunión de alta política, lo que extremaba los sistemas de control de la información de las autoridades chinas y provocaba que no funcionase nada de nada europeo o americano (Google, facebook, gmail...), ni si quiera mi curso de chino iba en el Ipad, la restricción alcanzaba a los VPN, que deben de estar luchando batallas extremas en territorio de las comunicaciones internacionales.



El viajero comprende más o menos a todos: la necesidad de mantener equilibrados a mil quinientos millones de personas; la necesidad de controlar valores y sistemas ideológicos, etc., como comprende el tipo de falacias que van discurriendo por ahí, verbo y gracia, lo de que es mejor sistema democrático el norteamericano o el español que el chino. Nadie dice que en Estados Unidos vota un escaso 30 por ciento de la población, en tanto que el sistema chino de representación alcanza –partido único– una proporción mayor; a nadie se le ocurre comparar los sistemas de control chino con los sistemas de control de las economías capitalistas o neoliberales, de un refinamiento que alcanza a las raíces mismas de la dignidad humana, por la supresión de niveles de educación y cultura, traspasados a procesos de propaganda masivos (TV, por ejemplo). No quisiera seguir por esa derrota, muy conocida y con demasiados vericuetos.



Agruparé unas cuantas entradas, tres o cuatro, para dar razón de lo más interesante, que puede empezar por lo más hermoso, ya que ha salido una perorata al abrir el blog. Y lo más hermoso bien puede ser el día que Hangzhou, la ciudad de estos días, despejó su cielo y nos dejó ver cómo el sol se iba por el lago del Oeste, entre las siluetas de la gente y el esbozo floral de cerezos, ibiscos, rosales.... y la fragilidad de las ramas de los sauces que rodean el lago y construyen paseos, plazas y avenidas.




miércoles, 16 de marzo de 2016

Los abedules del botánico universitario


Ayer, al salir de un curso de especialización de la facultad de letras de la UCM, entré en un botánico –así se proclamaba– que se anunciaba en la rotonda cercana del campus, como "Real jardín Botánico de Alfonso XIII", y que ocupaba un amplio descampado que se extendía hasta la zona de colegios mayores y residencias. No conozco su incidencia histórica, el nombre dice que era idea vieja, la situación y el edificio de entrada, que es nuevo. 


La sombra del viajero que hace una de las fotos es hoy la sombra del profesor ocasional. 

Y lo que hay dentro, también es nuevo, pues todos los árboles, casi sin excepción son adolescentes y las plantaciones, bien ordenadas y, en general, cuidadas, apuntan a todo lo que es autóctono: olivos, encinas, castaños, espinos, olmos, madreselvas.... y reproducen las plantas aromáticas castellanas (santolina, romero, tomillo, etc.) 

espino albar
En medio de la marea juvenil que siempre ha sido la Universidad Complutense, aquel secarral era un oasis de tranquilidad, con caminos bien trazados, acequias y arroyos entre pedrerías, bancos, carteles que van perdiendo el nombre –el sol de agosto los borrará definitivamente– y un soto delicioso en donde los abedules asoman la blancura quebrada de su tronco abierto. 

El viajero, venido a participante de aquel Curso de Especialización, tan estupendamente organizado y llevado a cabo por Nuria Martínez del Castillo, se sentó, con la tarde casi primaveral al lado, a charlar un rato con el sol tibio –de tú a tú– y mirar cómo, en la avenida cercana del campo, iban y venían autobuses cargados de estudiantes. Inevitablemente recordé muchas batallitas, que no voy a referir, por lo mismo que el resultado de mi charla con el sol de marzo, y con la luz en los botones de una hilera de espinos blancos (el "espino albar" del romancero) fueron los versos que ayer colgué en este mismo blog, sobre los adverbios.

Todo esto es muy informal y está desorganizado, me parece; pero el placer de desordenar lo que nos han enseñado continuamente y nos han obligado a entender a la manera de termina por ser casi una imposición ideológica, una necesidad de recurrir a la sencillez y sinceridad como arma de lucha. Y así, por ejemplo, hay que destruir los lugares y modos en donde ocurre lo que se llama "literatura"; y hacer versos –que debería decirse "emplear un lenguaje especialmente apropiado"– donde, cómo y cuando uno quiera.
Me despidió una extraña escultura a la entrada del botánico, "la mujer del macho cabrío". Como no me gustaba demasiado la he reproducido en muy pequeño. Claro que mucho me gustaban las farolas, y también van en pequeño. Uno está lleno de contradicciones.
Y anduve hasta el metro cercano de "Ciudad universitaria". La línea circular no existía en mi época de estudiante. Uno volvía en el E o en el F, a Moncloa o a Reina Victoria. Yo iba a Cuatro Caminos.


Es posible que el extraño cariño que me produjo el reducto de plantas castellanas viniera de mi atracción hacia los abedules. En uno de mis primeros libros de versos (Sin embargo) hay un soneto, cuando los componía católicos –pero con la trampa del decasílabo, muy sonoro–, sobre algo relacionado con los abedules:

Un día como otro te proclamas
en bosque plantado de abedules
y vas y en invierno los azules
pasas por los huecos de tus ramas

luego das al tronco fortaleza
cruzas los paisajes que más amas
si piden la sombra     te derramas
si piden recuerdos     la corteza

del agua de los ríos te lavas
del agua de las lluvias suspiras
del agua de los pozos te creces

y mientras tanto la tierra cavas
el viento mueves   los montes miras
y al brotar tus hojas   te estremeces


tantos adverbios

tantos adverbios       y ninguno sirve
al tiempo vas     ya no qué     ni cuándo
mañana que se queda siempre lejos
ayer que con su tiempo se ha marchado

el entonces ocupa       casi todo
y hasta el ya me parece desbordado
poco a poco he venido sin saberlo
hasta que     tanto     lejos      vino al lado

aquellos que con mente no se forman
vanamente    sin más     me han ocupado
oscuramente        silenciosamente
muchas veces    sin nada    lo he intentado

y así    después   quizá antes     luego    quedas
y así     mientras    tan  lejos     cerca    tanto

El éxtasis que a San Francisco provoca ese ángel, musical (de Murillo)

sábado, 12 de marzo de 2016

... la teja descendía a descalabrar...

"Pero cuanto a Dios, aquel curso de cabsas çierto es, e la çertidumbre de la providençia de Dios no empacha que este efeto no sea casual, como si dixésemos que un ombre va a la plaça con fin de comprar carne, e vino una teja que cayó del tejado e diole en la cabeça e descalabrolo. Este efeto fue casual, por respeto de las cabsas segundas, que son el ombre descalabrado e la teja descalabrante, ca ni el ombre iva a la plaça con intençión de ser descalabrado, mas de comprar carne, nin la teja desçendía a descalabrar, mas a fin que las cosas pesadas, cuando no fallan empacho, desçienden ayuso. 
  
Así que estas dos cabsas, perseguiendo cada una su efeto, concurrieron en efeto que non entendían nin la una nin la otra e, aunque este concurso a Dios fuese ante claro e conosçido, pero concurrió con ellas dexándolas en su cabsalidat, e todavía este fue descalabrado casualmente. Onde otro efeto es este: comprar carne e ser descalabrado, ca comprar carne es efeto entençionado, ser descalabrado es efeto fuera de propósito e de entençión. E con ambos efetos concurre la providençia de Dios, con uno como intençionado e, con el otro, como casual."


El texto merece alguna explicación. El paladar del filólogo ha saboreado con auténtico deleite ese movimiento pendular de la imagen, entre metafórica y rigurosa, para explicar algo tan arduo como es la predestinación y el libre albedrío, algo que envenenaba la existencia del homo sapiens cada vez que necesitaba progresos de la inteligencia. 


Durante estos días leo uno de los últimos textos que nos ha llegado para la colección de Clásicos Hispánicos, el Tratado de la predestinación, de fray Martín de Córdoba (+ circa 1476), editado con pulcritud y rigor por Sandra Álvarez Ledo.  Y he hecho este alto en el camino enloquecedor del siglo de las imágenes, para hacer hueco a este oasis de sosiego filológico que nos evoca la lejanía histórica.
Para que no se diga que soy un nostálgico contracorriente, seré generoso con las ilustraciones, que también lo están siendo en ese gozoso despliegue que nos las enseña, vía los artilugios de internet. Afortunadamente ahora todo está saliendo a luz, que ya era hora, y puede uno disfrutar de los deleites de la imaginación medieval, no tan distinta de la actual. 

[Las ilustraciones proceden de:
http://www.medievalhistories.com/volonteer-british-library/  
https://www.facebook.com/Foliamagazine/ 







viernes, 11 de marzo de 2016

Parece un arte

[PEDORRETAS AL ÁNGEL DE LA GUARDA]


cumplidas casi todas las derrotas
nos queda solo    lo que se ha perdido
al ángel de la guarda         pedorretas
cultivar malvas con los que se han ido

el tiempo que me resta        para versos
que digan lo que pienso        y lo que digo
hacer las travesuras que prohibieron
el sin más de mirarse en     el ombligo

las gentes ya no vienen      si no pagas
se fueron a sus cosas      los amigos
que por eso me leo     a los difuntos
y a tientas me muevo    entre los vivos

esto de terminar     parece un arte
veremos si con gracia    lo consigo



miércoles, 9 de marzo de 2016

petición

te pido que me quieras lentamente
que dejes     que se acerquen las caricias
y se abran     cuando lleguen a mi cuerpo
que una a una    y poco a poco     sean mías

que sientas que mi piel    sale a tu encuentro
y se queda en tus manos    encendida
la noche para ser     solo    tan juntos
solo   para estar juntos     los días

que vayan las palabras   al silencio
y solo aquello quede    que suspira
diga el labio tan solo    lo que besa
y el cuerpo    que jadea    o que respira

a mi lado te pido     que te acerques
y que me entregues todas tus caricias







Quevedo (dos publicaciones nuevas)

Sobre Quevedo se sigue publicando, editando, discutiendo.... En esta ocasión han coincidido dos libros que merece la pena pregonar y, desde luego, leer: uno de ellos edita, por fin, una las obras más difíciles (de editar) de don Francisco, Providencia de Dios; el otro sitúa a Quevedo en una perspectiva cultural e histórica de la que nunca debería salir para mejor entender su obra: el humanismo tardío. La monografía es obra de Alfonso Rey, uno de los grandes quevedistas, maestro de quevedistas, profesor de la Universidad de Santiago. La edición también aparece con las garantías de una excelente conocedora de nuestra cultura clásica, que probablemente no ha dejado nunca de leer y trabajar con las obras de Quevedo.


jueves, 3 de marzo de 2016

Rutina de la investigación (sobre China y Cervantes)



El campo de la investigación, bueno, del conocimiento somero y de la asimilación de la verdad histórica, se va abriendo poco a poco, y es entonces cuando quien profundiza lentamente en otra época, otro espacio, otra situación, ha de prepararse para acotar cada vez con mayor precisión lo que quiere saber y le interesa, para convertirlo en materia de conocimiento, es decir en abstracción que puede moverse, primero, intelectualmente, y luego, que pueda dialogar con quienes andan en la misma aventura. El resultado final de esa aventura –o al menos el que se busca– es un resultado social con un cierto grado de permanencia histórica: esto es lo que he podido saber, lo comparto con quienes habéis intentado el mismo camino, todos lo ofreceremos como un estadio de nuestro modo de ver, en este caso la historia, para que puedan seguir construyendo su soporte humano quienes nos sucedan.

El campo de la vieja historia, de las relaciones China-España, se abre históricamente de modo prodigioso a lo largo del siglo XVIII, a mi modo de ver todavía más rico e intenso que a lo largo del s. XIX y, a partir de entonces, modernamente. He desechado asomarme a ese siglo sistemáticamente, lo que sí que estoy haciendo cuando se trata del siglo XVI, con pinitos en la centuria siguiente, sobre todo a sus comienzos, cuando las órdenes religiosas, pioneras en este tipo de aventuras –agustinos, franciscanos, dominicos, jesuitas– inician ese proceso de propaganda que las identifique como los primeros, los mejores, los más, etc. en el descubrimiento del nuevo mundo, en este caso de las tierras del Pacífico y, específicamente, de la China.

Por nacionalidades –mejor: por idioma– fueron los portugueses los primeros en llegar, organizar e interesarse por aquellos mares; y no suele ser verdad que sus intereses fueran puramente comerciales, en Macao. En realidad los primeros frailes y evangelizadores también eran portugueses. La conjunción monárquica de 1580 provocó una confusión que no puede borrar aquella historia. De la misma manera que hubo también italianos y franceses atentos a lo que ocurría en lejanos mares.
La rutina de la investigación, ahora, cuenta con formidables pertrechos nuevos, que tienen doble cara: se puede acceder, incluso desde el ordenador familiar, a documentos, libros, muestras, etc. de todos los rincones del mundo que nos hablen de aquellas circunstancias; pero el campo se ha ampliado –casi al mismo tiempo– prodigiosamente para que un solo investigador pueda hacerse con él. Yo creo que, en estos momentos, desde el español, el portugués y el francés, al menos, se puede tener acceso a ese campo; pero que solo el portugués –a veces el latín– y el español suministran cobertura amplia.
Otro de los modos de acceso consiste en proyectar el conocimiento desde los lugares en donde se han terminado por depositar los testimonios, normalmente escritos, de esa historia; o desde los lugares donde ocurrió. La segunda opción no es del todo satisfactoria para China, en donde los cambios han sido tan enormes que es muy difícil alcanzar muestras arqueológicas de épocas pasadas.... si bien quedan, a veces, las naturales. Por eso he viajado a veces por allí, a Fuxian, por ejemplo; o a Qingdao; etc. Los escenarios naturales de Yunnan, el de Hangzhou como ciudad, etc. son más difíciles de destruir, son geográficos y no culturales.
Desde España, la rutina se puede proseguir a partir de los focos documentales que se conozcan. Grandes archivos nacionales (Indias, Simancas, AHN, Naval...). Archivos de las órdenes religiosas (filipenses de Valladolid, jesuitas de Alcalá...), que no están todos bien conservados. Lugares a donde se dirigían las relaciones o que solicitaban los mapas (Palacio Real y, desde allí, la BNE, por ejemplo). Lo que termina por la creación de un pequeño directorio, que el investigador ha de recorrer pacientemente, sin perder de vista documentos personales (AHP), nobiliarios (Tavera, en Toledo) y otros muchos que desperdigan la investigación.
En Madrid, este aficionado está intentando recolectar nuevamente las noticias sobre China en la BNE, en el Museo Naval, etc., teniendo en cuenta las recopilaciones anteriores ya hechas, que permiten avanzar más deprisa. Y en ese camino hay tres focos en los que estoy insistiendo: la biblioteca archivo del Museo Naval, que ya he trabajado; la Biblioteca del Palacio Real, con la que estoy; la Biblioteca histórica de la Complutense, cuya prospección intentaré completar enseguida, y que posee un precioso catálogo ("Cisne"), que permite su consulta previa, antes de intentar ver realmente los testimonios.


Una nota sentimental: los viejos conocimientos no se pierden en toda esta aventura, al contrario, sirven y traban mejor el conjunto. Al recoger documentos y libros en este último lugar, a donde fueron a parar las bibliotecas de los jesuitas (Colegio de San Ildefonso, Colegio Imperial....) me encuentro con que muchos de ellos se imprimen en la capital de España (Valladolid, circa 1600-1606) y narran las experiencias de los jesuitas en Oriente.... Y allí los leería con avidez Luisa de Carvajal, que poco después emularía aquellas aventuras y viajaría a Londres. Los autógrafos de Luisa de Carvajal –he dado noticia abundante de todo ello en este blog– se conservan en el archivo del Palacio Real, lo mismo que su cuerpo. 

Otro personaje nos mira entre divertido y curioso en aquel Valladolid de 1604, en donde Luisa de Carvajal ha decidido desarraigarse y llegar de incógnito a Londres para convertir herejes: Miguel de Cervantes. Pero el escritor, que asiste asombrado a la detención y registro de la casa del Brocense, ha decidido desarraigar a un personaje –don Quijote–, que no se irá a la China ni a Londres, sino a la Mancha, no a convertir infieles, sino a convencer a caballeros.