Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 29 de abril de 2017

Cervantes en Milán


miércoles, 26 de abril de 2017

Vigilando el sauzgatillo


Es uno de los vicios que frecuento, el del orden natural sub especie jardines, árboles, plantas.... que en este caso lleva a otro, inconfesable. Aproximadamente a mitad de camino entre el Palacio de Velázquez y la Rosaleda, en el Retiro, después de haber dejado atrás el Palacio de Cristal, se erige un sauzgatillo, que es un árbol/arbusto frecuente en algunos lugares de la costa mediterránea, de desarrollo tardío y de floración aun más tardía, a finales del verano, como casi todos los que andan con fruto sazonado en otoño, desde los nogales hasta el cobre del árbol de Júpiter. Hace un par de meses fui expresamente a hablar con él: era unas ramas negruzcas y esqueléticas que contrastaban con la floración en los troncos de los querquis silicastrum o árboles del amor (tiene uno gigantesco cerca), a ese momento corresponden algunas fotos. He vuelto un par de veces más; en esta ocasión, ayer, ya habían despertado sus manos (las hojas se disponen como una palma de la mano abierta) y su tronco leñoso y viejo parecía cobrar vida con retoños al pie. Pero aun es tarde para, en secreto, recoger algunas hojas. Otras fotos se refieren a ese momento.


Las hojas es el problema, pues la flor, tardía, como se dijo, y olorosa, no alcanza la fragancia de las lilas, a las que se parece, en su espigamiento. Y las hojas son un problema porque, según la tradición –tengo que ver lo que dice Font Quer– ora encienden el apetito sexual ora lo contienen, depende mucho de la época histórica a la que vayas, pues cumplía esa tarea en los cenobios medievales y en el lecho de las matronas griegas, pero también se emplea por curanderos para los recién casados reacios o timoratos para cumplir con el débito matrimonial, por lo menos durante el siglo que se fue.


Lo que voy a hacer va ser recoger algunas hojas y experimentar con ellas –hablo siempre de ratones ajenos, eh–. Y lo contaré.
Y en el mientras tanto ya veo que ha empezado, tímidamente, a decir aquí estoy yo. Por lo pronto, ayer, había una pareja prácticamente al lado, que no me permitió hacer fotos con tranquilidad. Un indicio es.



miércoles, 19 de abril de 2017

domingo, 16 de abril de 2017

Alguna vez vendrá....

alguna vez vendrá    será tristeza
sin rima   sin por qué   casi sin verso
desprendida  de  nada    que ha pasado
y cansada de traer    tantos       recuerdos

es así porque    así lo veo   en torno
todo será verdad   dicen lo cierto
en Yangshuo me lo cuenta el río Li
y la gente que pasa    y el deseo

que pocas veces cumple lo que quiere
la sensación fugaz    de no ir muy lejos
la ausencia de mis risas infantiles
o la  mirada    de unos ojos negros

ya nada importa      plenitud de ser   
perder la luz     y      navegar el tiempo

martes, 11 de abril de 2017

Viaje a China, en imágenes

Estacion de trenes del este de Hangzhou
Los nuevos trenes G de la red de ferrocarriles chinos
Se ha perdido un largo texto que había redactado sobre Guilin, ciudad, en el centro de China, que recoge a miles de turistas, atraídos por las formaciones montañosas que se combinan con ríos y lagos.
La naturaleza o hizo bien, pero el afán comercial y el prurito fetichista han terminado por convertir la ciudad en un pastiche, con bombillas de colores por todos lados y focos que convierten a los árboles en fantasmas violetas. Horroroso. No hay ni un solo rincón –aunque tenga más de mil años de antiguedad– en donde no se haya instalado un tenderete lleno de las mil baratijas que uno se encuentra por todos lados.



Y los monumentos, algunos son tan caros que no merece la pena visitarlos. Cuatro lagos y dos ríos, se anuncia; y efecto, eso es, pero los lagos se han saturado de kistch y los ríos son eso, dos ríos más o menos navegables. De hecho, lo que más he apreciado de la ciudad es uno de los hermosos paseos orillas del Li, con sus árboles, los osmanthus, que dan olor y te a la ciudad, aunque su fragancia se pierda entre los pitosporos, también muy abundantes.




Eso sí, llega el tren de alta velocidad: 8 horas desde Hangzghou. Mañana haré el viaje en barco a Yangzhou, que dice que resulta más recoleta y atractiva,


miércoles, 5 de abril de 2017

La noche de los libros