El retrato se encuentra en la pieza que precede al despacho del Marqués de Cerralbo, en el Museo del mismo nombre (Madrid), y he tenido ocasión de ver y analizar tanto el cuadro como los archivos del Museo, gracias a la amabilidad de los conservadores y merced a la cobertura que se da al investigador. El palacio-museo de Cerralbo conserva y expone tal cantidad de objetos artísticos en sus estancias que es difícil ver todo, lo que se agrava por el tipo de iluminación, que no llega o llega mal a muchos objeto y lugares. Supongo que un replanteamiento de toda esa cuestión exigiría ampliar el espacio de exhibición –quizá en edificio anexo– separar piezas, proyectar una iluminación adecuada, etc. Es decir: algo que parece imposible dado el estado comatoso de la cultura en este país. Creo que con la prima de tres o cuatro consejeros de bancos se hubiera podido hacer; pero las decisiones las tienen que tomar los mismos que colocan a aquellos consejeros en los bancos para que los vacíen. Mal asunto. Volvamos al Museo Cerralbo.
El caso es que el retrato del que es cuestión se encontraba en uno de esos lugares de difícil visibilidad y mal iluminado; de hecho, para tomar la foto que va arriba la conservadora hubo de quitar una cinta, darme peúcos de plástico y permitirme cinco minutos para observar el cuadro de cerca.
Lo que allí aparece es un cuadro típico –velazqueño– de un caballero de medio cuerpo en el que sin duda resaltan de inmediato los rasgos característicos de Quevedo (moreno, lentes, bigotes y perilla, etc.), que es lo que uno piensa de inmediato. Comparado con los retratos de Juan Van der Hamen-Velázquez, de Pacheco y con el busto de Alonso Cano se trataría de un Quevedo más joven, sin las entradas de la frente, la piel sin arrugas, el pelo más tupido. Aquellas otras figuras no es difícil datarlas en torno a 1625 (un Quevedo de 45 años), excepto el busto de Alonso Cano, que para mí es bastante posterior, de hacia 1639. La única sospecha que tenemos de una figuración anterior es la impresa (sobre la que puede verse el folleto adjunto, que amplía todos estos datos), que tampoco esclarece nada en nuestro caso:
Me he interesado, obviamente, por su procedencia. En el archivo del Museo aparece en el Inventario de Juan Cabré (1924) descrito como retrato de don Francisco de Quevedo; y no se dice nada en el del 2001. Sin embargo, en el inventario general –así como en la tablilla a pie del cuadro– de dice que es el Marqués de Velada, don Antonio Álvarez Osorio y Toledo, y que el pintor es Pacheco. Y añade, copio: "Aparece por primera vez esta atribución en la postal 11 del cuadernillo serie III de postales editadas hacia 1928-1935. Su busto de perfil hállase representado en la moneda nº 2967 de la colección de este Museo. El lienzo se halla recortado seguramente por haber pertenecido a un cuadro más grande y presenta un enmasillado fin de siglo para unirlo a un cerrca de madera pintado de negro y aumentar así sus medidas de 2,5 cms. en cada lado".
El cuadro, visto de cerca, no tiene la factura de la serie durante mucho tiempo atribuida a Velázquez (testimonios: Wellington, Salas, Instituto Valencia de Don Juan) y últimamente a Van der Hamen, con algún problema; resulta más tosco, con el dibujo del perfil muy marcado, y no creo que represente al Marqués –por cierto, en cuyo círculo anduvo Quevedo, que incluso le tomó como dedicatario de un opúsculo– que no se retrataría ostentando tan solo su condición de "caballero de Santiago", como es el caso. En fin, tampoco parece que se haya recortado de un cuadro mayor: se trata de las medidas, pose, actitud, etc. de las decenas de retratos de la época. De hecho si intentamos ir a una atribución anterior, alcanzamos a la "galería Iriarte", de donde pasó a la colección de José Madrazo, en la que figuraba con el número 444. Y allí se lee (1856) esto: "Estilo de Velázquez, Retrato de un caballero de la orden de Santiago...." No he podido ir más lejos, aunque no descarto que en el siempre cerrado Museo Municipal de Madrid o en el vecino Museo del Romanticismo exista documentación que aclare su primera procedencia y otros detalles, que también buscaré en el Casón del Buen Retiro, es decir, en los archivos del Museo del Prado.
Reproducción (tardía) del busto de Alonso Cano (BibliotecaNacional de España) en el Museo Lázaro Galdiano |
Mucho me gustaría decir que esa cara es la de Quevedo, un Quevedo más joven, de aspecto menos complejo y mirada más limpia, frente al quevedo, digamos, velazqueño, con rasgos muchos más llamativos; pero los datos creo que no ayudan a esa identificación, ya que la golilla que luce, en vez de la gola escarolada (véase la del cuadro con el que forma conjunto, más abajo) y la cruz de Santiago (en 1617) sitúan la fecha con posterioridad a su romance "Yo cuello azul pecador...." (1623), es decir, cuando ya tiene 43 años, lo que en la fecha es varón entrando en edad provecta, por así decirlo, es decir, varón como el que posó para que lo retrataran Juan Van der Hamen o Pacheco: el retratado es bastante más joven.
Por otro lado, Pacheco lo dibujó hacia 1625 para su Libro de Retratos, y aquel soberbio dibujo nada tiene que ver con esta cierta apacibilidad del retrato del Museo Cerralbo, con lo que rechazamos esa doble atribución: retrato de Quevedo por Pacheco, atribución que, además, fue muy tardía, y creo que cuando todavía no se conocía el Libro de Retratos.
Ahí queda de todos modos, para curiosidad de los quevedistas y por si en el futuro hiciera falta matizar algo más sobre el retrato y el retratado.
El cuadro, por cierto, se ha restaurado un par de veces.
Bueno, con unos kilos de mas?
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