Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 3 de diciembre de 2012

Pequeño museo (de árboles) junto al Prado



Entramos al Botánico –falsamente, esa verja está cerrada– por la puerta de la Castellana y caminamos sobre la alfombra de otoño bajo la rama del olmo que sirve de pórtico, para elegir unos cuantos árboles. La tarea se complica pronto: otoño viste demasiado bien al parque y muchos son los que reclaman que se les mire. Miro a todos, pero elijo –y les digo que "en representación"– solo unos cuantos.
La verdad es que son muy llamativos, no hay retorcimiento estético en presentar a este grupo de amigos, encabezados por el "árbol del hierro", que como muy singular lo etiquetan también en el propio botánico. En otoño se pone como quien tiene amor y mira para todos los lados, ensimismado en su chorro  dorado.
Siguen una morera colgante, un pruno, que disimula su color habitual cuando los demás están llegando a cobrar algo parecido; luego un olmo, un ginko menor y se termina con la escueta elegancia de una variedad de arce, el "arce opalus".






Y al salir del parque hay que seguir admirando árboles, pues toda la arboleda que rodea al Museo del Prado es majestuosa –pináceas, magnolios, arces, liquidámbares....– y a juzgar por su tamaño y altura algunos pueden tener la misma edad que el Museo o que el Botánico.

Restaurante El Botánico
El 17 de Moreto
Como en este blog se introducen –sin que yo sepa cómo– aspectos heterogéneos, tal la relación de tascas y restaurantes, bien está que terminemos alabando la gracia del que se acaba de abrir, o no hace mucho, enfrente del Botánico –cerca del que así se llama y del que ya he dado referencia aquí–: creo que se llama "El 17 de Moreto", tiene aire moderno y agradable (mesas altas, entre mesa y barra) para un menú corto, pero ofrecido a precio normal, con platos caseros preparados y presentados con gracia. El rapsoda se tomó unas "lentejas de la abuela" y un pollo en salsa que estaban bastante bien. 
Entrará a formar parte de la serie de tascas que alimentan a los investigadores de la zona (ya se sabe, AHPM, Biblioteca del Prado, Biblioteca del Museo Naval, Biblioteca de la RAE....), junto con el Parterre y el mismo Botánico. Hay más, desde luego, pero los investigadores, por naturaleza de su trabajo y desconsideración social, son pobres, muy pobres.





4 comentarios:

  1. ¡Precioso! Me encantaría pasear por allí en cuerpo y alma, pero tus post sirven muy bien para contentar bastante al alma. O tentarla aún más, quizás.

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  2. LO mejor es no resistir las tentaciones –salva sea la plata–, y caer en todas ellas, Julia.

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  3. En verdad que el otoño es bonito y delicado, bello como aparece en estas fotografías.

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    1. Entre hoy y mañana colgaré, querido anónimo, un otoño final ya del Retiro. Creo que hoy, por primera vez estaba más invernal que otoñal.

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