Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Memorias de profe

Hoy he dado la última clase en un curso de literatura, en una universidad española, y aunque he intentado ceñirme a dos o tres cuestiones fundamentales –salvar lo esencial–, no sé si lo he logrado, que es uno de los síntomas del profe cuando termina tareas. Las malditas legislaciones, al margen siempre de la realidad, terminan por desvirtuar lo que hubieran podido ser intentos continuos de lograr algo positivo. Durante el último año la llegada del plan Bolonia convirtió al aula –que venía siendo ya excesiva, de entre cuarenta y cincuenta alumnos– en un tumulto de más de cien, con horarios reducidos, en donde resulta imposible algún tipo de tarea coherente, formativo, realmente dirigida, controlada.... He detectado –y también mis becarios, que me han ayudado con las clases– alumnos de vocación firme, de formación adecuada, capaces de soportar el tedio y la masificación y de seguir manteniendo la ilusión literaria y, de ahí, la del trabajo y del estudio. Pero no creo que sea posible esa atención educadora que refleje el conocimiento personal, los comentarios de las lecturas, el consejo para determinar en cada momento una elección, incluso algo tan alejado hoy de la educación como puede ser el hallazgo y cultivo y disfrute en cada uno de la chispa intelectual, o las razones del tedio y la desgana, que son perceptibles en la mitad de los inscritos.... Adivino la riqueza humana en la formación de Álvaro, la necesidad que tiene de seguir leyendo y comentando María, el entusiasmo de Guillermo, la inclinación hacia la literatura seria de Sergio, la capacidad de entendimiento de Elizabet, la facilidad con la que asume contenidos Mar, esa maravilla que son los dos adultos en primera fila.... Y también he visto la deshilada de muchos, perdidos ya antes de llegar, irrecuperables probablemente, a los que el sistema asestará la última puntilla.
Y en las píldoras finales insistí en apenas cuatro cosas:
– que se reafirmen en ser ellos y en asumir desde su condición individual lo que les van a hacer llegar como “Literatura”, al margen de la marea crítica y de la costra académica, no por desprecio hacia esa tradición –ya les llegará o ya accederán a ella– sino para intentar constantemente romper los esquemas prefabricados que sirven para ahormarles en un sistema que –eso sí que lo saben– tiene demasiados defectos; y sobre todo para construirse camino con sus ojos, sus experiencias, directamente, braceando contra las dificultades a fuerza de lecturas, charlas con los que andan con ellos, pensando por ellos mismos, intentando escapar al organicismo feroz que ahora se llama “globalización”, y a sus secuelas.
– Adopté tono apocalíptico –espero que me lo perdonen– para que eviten la radicalización del juicio matemático y del etiquetado a toda costa más allá de lo necesario. Lo necesario es navegar intelectualmente; pero que sepan volver continuamente a la complejidad del mundo real –y de lo que se llama “literatura”– que pocas veces, al menos en nuestro terreno, se puede resumir sin menoscabo de la verdad o sin dogmatismo. Que no busquen, por tanto, el final bueno o malo de la peli. “Jopelines”, me dijo María, “con lo que a mí me gusta clasificar”. Solo podemos clasificar y dar como clasificado lo que así está en la vida real; para los demás casos, se trata de un juego intelectual.
– Y defendí ardientemente –un punto de emoción sí que experimenté, a veces– su campo de creación, que podía estar en géneros ajenos –la expresión oral, el ensayo crítico, la carta...–, pero que mantenía vivo el circuito de la libertad, el lugar donde cada uno –y los que en ello creen– se construye más allá de las pautas, descarrila con todas sus consecuencias para construir el me da la gana. Que se mantenga vivo ese quehacer, al margen de premios literarios, famas y posibilidades mercantiles –derivado muy lejano. Que nadie les embote la imaginación ni prenda en su modo de actuar el señuelo de imaginaciones prefabricadas.
— Y no les dije, no me atreví, que la Literatura no existe, claro; porque sí que es cierto que, aunque no exista, sí que existe una actividad humana a la que se ha llamado “literatura” y alrededor de la cual se ha creado una formidable mitología.
Tampoco habría que insistir demasiado en todo ello; vayamos a que literatura, conceptos enquistados, crítica, etc. se nos colaran por la puerta de atrás, precisamente cuando les estaba comentando que a mí me parece, que vamos, que yo creo que....
Y además, todo lo que acabo de comentar, puede que, si lo devolvemos a esta tarde lluviosa de invierno, en ella se diluya y su valor como trasmisión de ideas sea escaso.

Mi viejo, querido y admirado alumno Pablo Moíño –lo discutí a veces con él– me enseño a despedirme, en cualquier circunstancia en los c.e., con “un beso”. A lo mejor esa es la razón por la que ya no escribo nunca c.e. al rector, al papa, a esperanza aguirre, a mariano...; y sin embargo me correspondo con muchos de mis alumnos y desearía corresponderme con F. Hardy o con Beatriz Montañés, porque la palabra –aunque no exista la literatura– sí que arrastra, con su concepto, a la imaginación, y a esa dama formidable la mantengo limpia, pulida, despierta, viva.












12 comentarios:

  1. Me encanta tu blog Pablo, es de gran inspiración para los amantes de la escritura.

    ResponderEliminar
  2. Me gustó todo mucho, pero especialmente el consejo de que "eviten la radicalización del juicio matemático y del etiquetado a toda costa más allá de lo necesario." Y por supuesto el llamado a la individualidad tan bien dicho por V.M.

    ResponderEliminar
  3. ¿Que no existe la literatura Dr. Jauralde? ¡Pero qué me dice! ¿A qué se debe esa repentina reflexión suya? No es de mi competencia pero no creo que la literatura pueda reducirse a una simple actividad humana. Si el escultor modela el mármol para conseguir una figura y la escultura es un arte, la literatura también lo es y existe gracias a talentos como el suyo; el arte que utiliza la lengua para lograr creaciones artísticas hermosas y perdurables en el tiempo (¡anda, fíjese, como las suyas!),dígame ¿acaso no es eso la literatura? Yo seguiré creyendo que sí...

    ResponderEliminar
  4. Se me ha borrado mi primera intervención, Zarzamora.
    Buenas noches, Zarzamora.
    Es posible que todo lo que tú llamas, como yo, frecuentemente, "Literatura" sea el nombre que damos a una actividad muy difícil de diferenciar y de precisar, por muy hermosa o interesante que sea. Lo cual no niega ni la creación ni la consumición de productos que llevan esa etiqueta porque acrecientan elementos constitutivos normales en otras actividades (la riqueza del lenguaje, la inserción de textos en una historia tradicional de los textos, la pertenencia al mundo ficticio....) Es curioso que los defensores de esa actividad no puedan definir con claridad en qué consiste y cómo se objetiva, que resultados ofrece como diferenciadores de otros productos. Vamos a llamarlos "discursos que pueden ser ficticios cuidadosamente elaborados", lo que son (pero así no se diferencian mucho de otros....)
    Y no se me ha ocurrido de repente, claro; tampoco es cosa solo mía.
    Buenas noches, Zarzamora, te volverás dulce y sabrosa a finales del verano; pero aun no te han salido espinas.

    ResponderEliminar
  5. ¡Pues vaya discurso que me ha soltao! Buenos días, Dr. Jauralde. La constante que yo observo es que insiste en considerar la literatura como una "actividad", y es ahí donde yo difiero de usted… no le ponga una etiqueta, ¿quiere? ¡Hay que ver lo que me gustan sus palabras y sus explicaciones! Si la literatura nos va a permitir mantener diálogos como este, pues bienvenida sea entonces.
    Siempre hay alguna espinita escondida, pero mientras no esté clavada en el corazón no hay por qué preocuparse.

    ResponderEliminar
  6. Zarzamora, a veces los intentos de explicar algo complejo tienen que urdirse con comentarios complejos.... "Aguda espina dorada / quien te volviera a sentir / en el corazón clavada", dice la canción del sevillano, después de haber paseado su tristeza mirando riberas: "En el corazón tenía / la espina de una pasión / logré arrancármela un día / ya no siento el corazón".
    ¿Sabes, zarzamora, que tus raíces cuanto más se cortan y se arrancan con más fuerza y abundancia rebrotan?

    ResponderEliminar
  7. no es por congraciarme con el profesor... o tal vez, sí. Pero, no... Sólo decir que nada me parece mejor que sacarle la etiqueta a "literatura", no porque le falte un nombre dejará de ser lo que es. Sólo que más libre, me parece, y sin dogmatismos. En fin, que es un pensamiento muy cervantino, a mi modo de ver.

    ResponderEliminar
  8. ¡Anoche cuando dormía/ soñé bendita ilusión/ que era a usted a quien tenía/ dentro de mi corazón! ¿Ahora me sale con versos? ¿Duelo literario? ¡Acepto! Aunque no es mi especialidad, no me ha pillado desprevenida. Si la memoria no me falla, he seguido con el sevillano (no de rodeos como la protagonista del relato) y una pequeña variación que dejo a su exquisito juicio. Yo también pude disfrutar de esas riberas a orillas del Duero un verano. Y todo el campo un momento/ se quedó mudo y sombrío/ meditando. Sonó el viento/ en los álamos del río.¡Qué paisaje! ¡Qué silencio! ¡Qué paz!
    Sí, sí, lo sé. Soy fuerte y delicada al mismo tiempo. He podido comprobar, leyendo el blog, que es usted un excelente jardinero. ¡Cómo mima a sus plantas! Veo que estoy en buenas manos. Pero, por favor, no me deje a la intemperie ahora, que está haciendo mucho frío.

    ResponderEliminar
  9. Deslumbrante, Pablo. Muchas gracias. Que así nos quede al menos un resquicio de vida no falsificada en esa forma libre, desinhibida, anticonvencional, enamorada, revolucionaria, y, todo hay que decirlo, un poco melancólica, de habitar precariamente el mundo, sin certezas últimas, entregándonos con pasión y sin miedo a aquello que amamos.

    ResponderEliminar
  10. Un intencionado azar me ha traido hasta ti, querido profesor. Muchos años después de hablar de Literatura en la U.A.M. te encuentro derramando reflexiones en tu blog. Me gustan mucho.Y me gusta que mantengas el nivel de compromiso con lo público. Un saludo, José Julio Sevilla.

    ResponderEliminar