Hoy he robado un beso, ha sido un beso
mutuo en el ascensor, mientras subía,
escapada de labios hacia el aire
en un instante de que sí y de vida,
de sangre que empujaba hacia la piel
y en tumultos de amor se precipita,
dulces aves que estallan si se encuentran
y la pasión se dicen a escondidas.
Y no sé si se puede relatar,
que ya nadie conmigo subiría
en las cuatro paredes de metal
sufriendo del espacio y de las prisas.
¡Sed lentos ascensores donde subo,
concededme la vida suspendida!
Qué cosas pasan en los ascensores, ¡si yo le contara…! Al cuerpo no se le puede privar de algo que nos pide en un momento así, mucho menos si es un beso y menos aún si ese beso es motivo de un poema como este. ¡Claro que se puede relatar! No se corte y la próxima vez robe algo más si tiene oportunidad.
ResponderEliminarPosible alternativa a sus pasiones, de esta poetisa argentina:
ResponderEliminarRazón de anatomía
Me he besado con poetas, pintores, cineastas
empleadas, jew princesses, rateros, hippies
ingenieros, tenores, guerrilleros
en mi boca todos los caminos de la vida
es tiempo / de ocuparme de mis pies.
Luisa Futoransky
Poeta, espero que ese beso se lo haya llevado usted y no su "rapsoda".
ResponderEliminarQuizás deje de escribir poemas tan melancólicos, aunque sea durante las fiestas.
Disculpe la impertinencia, pero permítame dudar de sus pruritos sobre contar o no contar. Para mí que lo cuenta justamente para tener una fila de féminas rodeándolo cada vez que se dispone a tomar un ascensor...
ResponderEliminartodo lo que dicen los versos es cosa de la literatura, de rapsodas...
ResponderEliminar¡No diga! ¡Y yo que me lo creía todo!
ResponderEliminarYa andaba queriendo una vida como la suya y estaba preparándome para salir al mundo a buscarme aventuras melancólicas, sufridas y emocionantes como ilustre filóloga andante. Y no sabe la de noches sin dormir que he pasado, pensando en el nombre del académico a quien servir...
Fuera de chistes, me encantan tus poemas
... y a los rapsodas se los inventan los que escriben; de manera que la pescadilla se muerde la cola. Y está bien que las cosas sean complejas, porque así suele ser lo que nos rodea. Gracias, Julia.
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