Tejiendo va el orfebre solitario
su red a cada paso en las hogueras,
con cada lumbre que al final se apaga
con cada voz que extinguirá la tierra;
tejiendo va la red de los destinos
con cada luz que al contemplar se ciega,
con los adioses que cantaba al irse,
por cada vez que abandonó una senda;
será al cabo lo que el silencio diga;
como un árbol será, como una piedra,
verá los siglos y verá los tiempos,
será cuanto no fue, aunque no sea:
en un río de polvo y barro y fuego
la brizna luminosa de una estrella.
su red a cada paso en las hogueras,
con cada lumbre que al final se apaga
con cada voz que extinguirá la tierra;
tejiendo va la red de los destinos
con cada luz que al contemplar se ciega,
con los adioses que cantaba al irse,
por cada vez que abandonó una senda;
será al cabo lo que el silencio diga;
como un árbol será, como una piedra,
verá los siglos y verá los tiempos,
será cuanto no fue, aunque no sea:
en un río de polvo y barro y fuego
la brizna luminosa de una estrella.
Esto de llamarse estrella- y ser tan vanidosa -me pone en un aprieto: me imagino que la poesía fue creada para mí...por siglos y siglos,
ResponderEliminarAmen.
Capaz...
ResponderEliminarElvira, no soy capaz de entender tu comentario. No sé si Pablo lo puede explicar, en caso de que tú no vuelvas por este post.
ResponderEliminarNo, yo no lo entiendo.
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