I
Que le amo sé desesperadamente;
Que le amo sé desesperadamente;
eso se ve con claridad en lo...
en lo que sufro cada vez que callo,
cada vez que desecho su presencia
en lo que sufro cada vez que callo,
cada vez que desecho su presencia
en las noches que invade la pasión,
en tanto que desnudo sus temores
y recojo la piel estremecida
de su cuerpo en mis labios, hasta que
pierden mis dedos la serenidad
de la caricia al alcanzar el vello
de su vientre y desciendo como loco
para que se abra el cuerpo cuando llegue,
cuando a rasgar atormentado llegue
la húmeda seda por la que ascendemos
y recojo la piel estremecida
de su cuerpo en mis labios, hasta que
pierden mis dedos la serenidad
de la caricia al alcanzar el vello
de su vientre y desciendo como loco
para que se abra el cuerpo cuando llegue,
cuando a rasgar atormentado llegue
la húmeda seda por la que ascendemos
y II
esta noche en tu cuerpo he dibujado
de labios y manzanas una senda
que empezó con la piel que se desnuda
y acabó sin saber de qué pulpa era,
lo que fuera mordí como a manzana,
semillas y botones y azucenas;
la humedad empapó los cuatro labios
y recogerla tuve con mi lengua;
que me guiaran tus manos no hizo falta
por los campos frutales de la seda;
se confundieron gritos y suspiros,
botón, labio, manzana, enredadera....
solo quiero mis ojos en tus ojos,
y morder las manzanas más abiertas.
Para que no se agobie por las noches y descanse -y deje descansar- de tanta carne y flujos,
ResponderEliminarDueño de una amplitud.
Voy a mirar este terreno
lentamente, a recorrerlo con los ojos
y los pies
antes de edificar el primer muro,
como un paisaje virgen
lleno de densidad
y de peligros,
porque lo quiero recordar
cuando la casa me lo oculte,
porque no quiero confundirme
con la casa,
no voy a olvidar
este paisaje
ni cómo soy ahora,
dueño
de una amplitud,
de todo lo que tengo.
Mejor no tener casa
que estar en ella como un ciego.
Voy a quedarme aquí
despacio,
nativo y pobre,
viendo el terreno cómo es,
no imaginando nada,
ni un muro, ni un ladrillo,
a oírlo todo
hasta saber
dónde ha de doler menos
una casa,
dónde es mejor poner
la piedra del comienzo.
Fabio Morábito.
bueno
ResponderEliminarEl segundo es precioso, y el verso final... sigue escribiendo estos versos, Pablo.
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