En el cogollo del Madrid viejo, cerca de la Plaza de Oriente, en las callejuelas que se cruzan entre Arenal y Mayor, todavía queda mucho del viejo Madrid, aunque no solo del de los Austrias, sino de un Madrid que entró a comienzos del siglo pasado en una breve etapa de esplendor para luego irse deshaciendo poco a poco, en realidad al igual que le había venido ocurriendo durante todo el siglo XIX, el siglo maldito para la historia y para el patrimonio de muchas ciudades españolas.
Casa de Galdós |
Voy a recordar hoy otra de esas calles viejas, la calle Fuentes, que como se ve en el plano de Texeira iba de la calle del Arenal a la plaza de los Herradores, y que aun conserva el nombre pegado a sus circunstancias, pues por allí corría un arroyo que daba agua a los Caños del Peral, recordados tan solo desde hace unos diez días, por una nueva fuente de granito en la mismísima Plaza de Isabel II. Y hago viñeta de la calle por nada y por todo: primero por su configuración de calle estrecha, torcida y empinada –toda aquella zona de Madrid lo era–, luego por el juego de casas que la forman –casi todas de finales del siglo pasado o de comienzos de este, casas modestas, con balcones grandes, graciosamente pintadas ahora–, por los comercios, entre los que no falta la librería, pero en los que dominan los talleres (cueros, grabadores y encuadernadores, sobre todo), con algún matiz actual que señala ya la mezcolanza con inmigraciones y culturas. Para que no falte la nota literaria, en el arranque de la calle una placa –creo que muy reciente– nos recuerda que esa casa fue el primer sitio donde vivió Galdós cuando desembarcó en Madrid. Luego Madrid se llenó de placas conmemorativas de Galdós (en Argüelles, Leganitos, el Retiro....). Las arterias de Arenal y Mayor están ahora llenas de turistas; pero no son tantos los que callejean por lugares más recónditos.
Y en la plaza de Herradores dice la placa que funcionó el primer sistema de transporte público |
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