Ya nunca faltarán los calcetines,
me he comprado en HM veinte pares
aprovechando las rebajas, claro;
casi todos son grises y sencillos,
pero se adornan de un final gracioso:
una corona de color travieso
que diferencia cada par un poco
y permite jugar con los colores
de la camisa y los zapatos, tonos
muy suaves, fáciles de combinar,
sin estridencias para que no miren
como asustados los vicerrectores.
Son veinte pares, de colores, grises.
Nunca me faltarán los calcetines.
me he comprado en HM veinte pares
aprovechando las rebajas, claro;
casi todos son grises y sencillos,
pero se adornan de un final gracioso:
una corona de color travieso
que diferencia cada par un poco
y permite jugar con los colores
de la camisa y los zapatos, tonos
muy suaves, fáciles de combinar,
sin estridencias para que no miren
como asustados los vicerrectores.
Son veinte pares, de colores, grises.
Nunca me faltarán los calcetines.
Te compro los de ribete morado. Como siempre, los dispositivos sensoriales de los poetas (escriban o no poesía) prenuncian, intuyen la primavera casi con la misma celeridad y capacidad de predicción que El Corte Inglés. Anticipadamente. Y esto nos produce una especie de locura transitoria, eu-foria. Es cuando apetece hacer algo tremendo que cambie nuestro rumbo, y cuando, un año más, no nos atrevemos a hacerlo. Un abrzo.
ResponderEliminarLos de ribete morado no te los puedo regalar, Henry; son de los que más uso, porque hace años una dama me dijo que me iba bien el color púrpura, y desde entonces –como la dama vestida de blanco del poema de JRJ– los frecuento y busco a la dama para enseñarle las canillas. La condición humana arrastra esas taras. Pero te quiero mucho y te aprecio.
ResponderEliminar(nota del rapsoda)