Pues cuando vengan a decirnos algo
responderemos sin pensarlo mucho
con lo primero que se nos ocurra
vaciando el contenido del discurso,
sutilmente impreciso, vago, ambiguo,
solo sonido, sin sustancia alguna,
exageradamente modulado
para comunicar nada de nada;
dejando claro, sin embargo, que
todos los otros se han equivocado,
que está en nuestras manos arreglar
aquello sobre lo que se discurre
y que por arte de birlibirloque
ha desaparecido de la cháchara.
Pues esa sería una buena lección; sin embargo, me da miedo esta mala calidad de políticos que estamos teniendo -salvo un puñadito, que siempre será discutible, entre los que destaco a Basagoiti, por su claridad de discurso y simpatía, Leguina, por la relajación que le permite el estar lejos ahora, Rosa Díez, por su coraje y Julio Llamazares por su paciencia jobina-. Si no hay poiíticos a los que votar acabaremos votando a hombres de negocio. Y eso es aún peor.
ResponderEliminarPues es verdad que hemos coincidido, al menos en el tema y la aproximación. No había visto estos versos antes de poner los míos. Te centras (desde el título) en el aspecto lingüístico. Por estos andurriales sedicentemente europeos, el ilusionismo verbal político se construye sobre la palabra escrita, manoseada hasta su total erosión.
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