Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 15 de marzo de 2011

Una foto de 1604 (Villamediana y Luisa de Carvajal)

En el deambular y hurgar a la búsqueda de papeles y material que me permitan reconstruir vida y obra de Villamediana –por un lado– y de Luisa de Carvajal –por otro– (ya saben, pecadores y ascetas; no diré a quién corresponde cada adjetivo) he encontrado varios documentos en los que se produce el roce de Luisa y el Conde, al fin y al cabo dos nobles en la vida cortesana que cruza de un siglo hacia el otro. Luisa muere en 1614 y al conde le asesinan apenas siete años más tarde. Toda esa documentación, al menos la más evidente y la inédita, irá apareciendo –ya he empezado– en este cuaderno de pantalla.


Lo que traigo ahora sin embargo es una foto preciosa (de 1604), muy conocida por los historiadores del arte, que conecta: por un lado con Luisa, que va a viajar en seguida a Londres, en donde es embajador Juan Fernández de Velasco (es decir el Duque de Frías y Condestable de Castilla), nombre continuamente repetido en la correspondencia de la evangelizadora, que se lamenta de su cese –le sustituye el donde de Gondomar. Al lado del embajador se sienta Juan de Tassis, Conde de Villamediana (+1609, en Valladolid), el padre del poeta, que también había sido embajador en Londres; son los que están a la izquierda según se mira, empezando por la ventana. La foto –mejor anónima, de algún excelente retratista flamenco, que de Pantoja, a quien a veces se ha atribuido– para en la National Portrait Gallery de Londres, y tiene buena réplica en Greewich, National Maritime Museum. Ambas hicieron ese camino probablemente a través de Portugal, a mediados del siglo XVII. No me extrañaría que hubiera más, pues es bastante probable que otros asistentes –identificados en las esquinas inferiores del cuadro– encargaran copias para conservar memoria de reunión diplomática tan importante, la conferencia de Somerset House, a tres bandas –españoles, flamencos e ingleses– en 1604, la que le va a permitir a Luisa de Carvajal, a pesar de su actividad religiosa, cierto desahogo vital en Londres.

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