El balance del primer año me va a permitir algunos ajustes y me va ayudar a perfilar mejor algunas entradas, temas, etc. Así como el tipo de entradas más consultadas no me depara ninguna sorpresa –y no lo digo con malicia ni reconvención, antes bien me parece estupendo, y bastante natural– en el tratamiento de algunos temas he debido equivocar algo (por ejemplo, cuando el visitante se va sistemáticamente dos segundos después de llegar).
En el terreno de la creación poética también puedo extraer lecciones: estos que copio ahora son los sonetos más leídos, aunque bien es verdad que hay otro puñado que están cerca. Las entradas de creación atraen mucho más que las de crítica, a excepción de alguna determinada, como ya diré, pues tampoco se trata de andar dando vueltas a todo ahora. Los sonetos comparten número de lectores con los romances que, sorprendentemente para mí, han alcanzado una cota estimable de lecturas, particularmente un par de ellos, a los que concederé la gracia de la repetición, quizá mañana, pues me está llevando mucho tiempo ajustar las 700 entradas al nuevo formato, sobre todo para que los índices sean más rigurosos y completos. He aquí la antología, por tanto, de los cuatro más leídos:
1
Intenso olor y dulce de la higuera
que cada agosto entrega su fragancia
al huerto que cobija los recuerdos
junto al muro de piedra de la casa.
Otra vez en las manos las camelias,
los laureles prendidos entre zarzas,
los mirtos, heliotropos, avellanos…
todo lo que el invierno olvida o guarda.
Otra vez en la tierra abrir los surcos,
podar los árboles, trenzar las ramas;
raíces que se fueron a la tierra
el agua buscan y hacia la luz se alzan.
Retorna el tiempo y las labores siguen.
La higuera vuelve dulce y perfumada.
que cada agosto entrega su fragancia
al huerto que cobija los recuerdos
junto al muro de piedra de la casa.
Otra vez en las manos las camelias,
los laureles prendidos entre zarzas,
los mirtos, heliotropos, avellanos…
todo lo que el invierno olvida o guarda.
Otra vez en la tierra abrir los surcos,
podar los árboles, trenzar las ramas;
raíces que se fueron a la tierra
el agua buscan y hacia la luz se alzan.
Retorna el tiempo y las labores siguen.
La higuera vuelve dulce y perfumada.
2
Soy ladrón de paraguas, lo confieso,
pero me gusta tanto que la lluvia
me moje, que no suelo utilizarlos
casi nunca, además los pierdo, como
más o menos hacemos todos; creo
que lo mejor sería fabricar
paraguas o venderlos en las playas,
las ciudades hermosas, los jardines,
junto al mar, es decir, en los lugares
que la lluvia embellece aun más, a ver
si de este modo se pudiera, al fin,
llegar a resolver sin muchos trances
el puñetero enigma de la vida
y de qué hacer con la belleza, lluvia.
pero me gusta tanto que la lluvia
me moje, que no suelo utilizarlos
casi nunca, además los pierdo, como
más o menos hacemos todos; creo
que lo mejor sería fabricar
paraguas o venderlos en las playas,
las ciudades hermosas, los jardines,
junto al mar, es decir, en los lugares
que la lluvia embellece aun más, a ver
si de este modo se pudiera, al fin,
llegar a resolver sin muchos trances
el puñetero enigma de la vida
y de qué hacer con la belleza, lluvia.
3
Déjame que te diga que te quiero
con las pocas palabras que nos quedan,
ya sé que se gastaron hace mucho
y no dicen ni saben lo que llevan;
el cauce del amor está cegado,
pero es al cabo el río que nos lleva
hacia un lugar que nos cobija siempre
cuando ya todo lo demás se cierra,
cuando el cansancio viene y la fatiga,
y el vacío y la nada nos rodean,
solo tú, solo tú puedes entonces
recoger con tu imagen la tristeza.
Ya no quiero buscar entre más versos.
Estas son las palabras que me quedan.
4
Esta tarde por fin soñar con nada
y contemplar la luz cómo desciende
vencer con suavidad aquella roca
y volver al silencio intensamente
esta tarde por fin termina el viento
la fuga del instante permanece
vacía la memoria su futuro
sus alas blancas la quietud extiende
el puente hacia sus ojos ha perdido
los tajamares que la luz sostienen
un hilo labra todos los recuerdos
y todavía algún rincón enciende
¿quién permitió que sin llegar se fuera?
tiempo en paz tiempo azul lejano y leve.
«Un año de tu vida se ha llevado/ con afán el cuaderno de pantalla…» te diría ahora Quevedo. ¿Y sobre qué no se ha hablado en este blog? Desde Boston hasta China pasando por Galicia, Levante y Castilla, tus viajes, tus amigos, tus amores y amoríos nos han hecho –y seguirán haciéndolo– reír, disfrutar y aprender.
ResponderEliminarPor tantos momentos e inquietudes que has querido compartir con nosotros, con todos los que te queremos, gracias Pablo. Porque hoy este blog cumple un año; por poeta, sabio y buen profesor ¡FELICIDADES!
¿Y los cuatro que más te gustan a ti? Eso es lo que me interesa a mí...
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos, no hay escritor si no tiene buenos lectores; no hay profe si no hay alumnos; no hay amores si no hay hacia donde dirigirlos... y así todo; pero los rapsodas inventan y mienten como bellacos, porque consideran que la realidad no es solo lo que se percibe y piensa, también lo que se sueña, imagina e inventa.
ResponderEliminarUno de los que más me gusta es este:
ResponderEliminaresta noche en tu cuerpo he dibujado
de labios y manzanas una senda
que empezó con la piel que se desnuda
y se ahogó sin saber qué pulpa era,
lo que fuera mordí como a manzana,
semillas y botones y azucenas;
la humedad empapó los cuatro labios
y recogerla tuve con mi lengua;
que guiaran tus manos no hizo falta
los caminos frutales de la seda;
se confundieron gritos y suspiros,
botón, labio, manzana, enredadera....
solo quiero mis ojos en tus ojos,
y morder las manzanas más abiertas.
Y también está entre mis preferidos, Víctor, el dedicado a Bartok (profundos pizzicatos....") Es curioso lo que piensa el que escribe y lo que recibe el que lee; casi nunca coinciden.
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