Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 5 de marzo de 2011

Chardin y la intimidad que vuelve a casa



La exposición de Chardin (1699-1779) en el Prado se puede disfrutar también a través de una visita virtual en esta dirección:
Que se puede completar con algunas direcciones más, las que prolongan el placer de visitar el museo o adelantan lo que se puede seleccionar para visitarlo
Quería dar noticia de esa exposición sencilla, recoleta, bien montada, de un pintor que los propios franceses tienen por "menor", y que para los que estamos más habituados al esplendor del barroco y a cierta aparatosidad de nuestro clasicismo, muestra claramente la retracción hacia el sujeto cartesiano, hacia el reducto de la intimidad –pensante, creadora, histórica....–, la vuelta al contexto inmediato, que permite observar la sencillez de un jarrón –frente a los suntuosos floreros de arellano–, la frugalidad de la mesa casera –frente a los bodegones de Van der Hamen– o la extremada sencillez de las escenas cotidianas.

No me resisto a ilustrar, una vez más, con un ejemplo quevedesco. Uno de los cuadros muestra a un adolescente jugando a la Perinola o jugando la Perinola, una especie de peonza que al dejar se moverse señala "pon", "quita", etc. El juego se ha perdido definitivamente entre bakugas y pokemos japoneses; pero al comienzo de la década de los treinta (1632) dio título al último libelo satírico que Francisco de Quevedo difundió –manuscrito–, contra el Para todos de Pérez de Montalbán, y que provocó una encendida polémica literaria.


Con el cuaderno de tomar las notas
chardin me lleva recorriendo salas:
muebles, vituallas, utensilios, frutas,
muchas escenas de final de caza.

Y cuando asoman personajes nuevos
una luz suave y dulce los retrata,
gentes que asoman por allí un momento:
sentada ves tomando te a una dama;

lo más frecuente son haceres simples,
cosas que ocurren sin que notes nada:
un muchacho jugando perinola.
La intimidad por fin se vuelve a casa.

Y unos instantes el pincel sostuvo
luz, que en el  lienzo se quedó posada.


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