La
gente atraviesa el cálido verano armada de su intuición, su sentido común.... y
su hastío, navegando para hurtar un poquito de bienestar y evitando el hartazgo de mentiras, robos y desgracias. Día a día se nos va bombardeando sistemáticamente con informaciones
más o menos falsas, con noticias de incendios, guerras, accidentes, muertes; con viejos problemas, con los que se nos entretiene
para pasar el verano. Eso sí, que no falte una buena dosis de deportes para alivio de
masas. Y el hastío y la percepción
injusticias y mentiras nos habilitan –desde luego que sí– para mantener la
dignidad y alegría de nuestra vida privada, hagan lo que hagan y digan lo que
digan desde arriba. De todo esto se puede ser consciente o no; se puede mantener en estado latente o entrar a averiguar....; pero los españolitos tienen derecho a intentar en el hueco y estrecho espacio que les va quedando, tienen derecho a labrar su alegría.
Hasta
gibraltar ha resucitado, y los españolitos reciben su ración anual de
patriotismo, con pescadores, paraísos, declaraciones y toda la parafernalia al
uso. Todos mienten sería el título de esa película, incluyendo el deportivo
artículo de un exministro inglés en el País,
con sus buenos consejos para preservar esa “curiosidad” que son Gibraltar,
Melilla, Ceuta, las Malvinas.... También mentía con guante blanco este
diplomático, pues no hay contigüidad geográfica entre Gibraltar e Inglaterra,
como la hay –mar por medio– en los otros casos. Lo curioso es que mienten
también descaradamente todos: los banqueros, los políticos, los responsables de
las grandes empresas, los que dirigen y mandan, los intelectuales
ideológicamente situados....
Si
los que mandan, dicen, informan, organizan, etc. mienten, lo que está
ocurriendo en Egipto sirve para desmontar otra mito: unas elecciones anuladas
manu militari, con aplauso expreso o tácito de los tradicionales defensores de
la democracia, porque quienes ganaron, sencillamente, se sospecha que van a
cambiar las normas e imponer un sistema restrictivo. ¿Y entonces? Parece que el
problema no son las elecciones y la democracia, sino los modos de vivir y
pensar. La montaña de mentiras y engaños que hay detrás es casi insoportables
de sufrir y tiene raíces históricas muy complejas: la estructura militar de
Egipto –dicen– tiene tales ramificaciones industriales, sociales, económicas,
internacionales.... que cualquier juicio espontáneo sobre lo que está
ocurriendo se queda en jaculatoria de monja. El final de ese complejo de
intereses son los muertos y, supongo, el sufrimiento de los individuos.
¿Cómo
comentar el uso de gases contra la población civil en Siria? Nadie dirá que fue
cosa suya, ningún ejército, ningún sistema, ningún general, ningún piloto....
Solo vemos el temblor de los niños afectados, y la indignación de gobernantes o
países en donde se inventaron, fabricaron y vendieron tales lindezas. España
acaba de renunciar a vender más armas a Egipto. ¡Ah! pero ¿vendíamos armas?
Nunca se nos ha informado con claridad todo lo que hay detrás de ese comercio,
claro. Sube el PIB y baja la prima.
La
prima que sube y que baja podría ser otro de esos temas en donde todos mienten,
¿o es que el despido de los más humildes empleados de empresas, bancos,
interinidades, etc. está en relación con esta prima? La prima no debe tener
relación con patrimonio y dineros de las clases privilegiadas, incluyendo los
que trabajan –o lo que sea– en aquellas mismas empresas, bancos, instituciones
en donde se despide a la gente, que mantienen –seguramente aumentan– sueldos y
privilegios a medida que despiden trabajadores.
Ese
podría ser el último mito. Vamos a enunciarlo lo más directa y sencillamente
que podamos: ¿cuál es la razón por la que un politico /banquero/ financiero/
consejero.... gana más que un maestro / enfermero / cartero / barrendero /
frutero / y mil menesteres más? Siempre se da por supuesto y nunca se pone en
entredicho. Y no es que ganen más, es que ganan tres, ocho, diez, veinte veces
más. ¿Quién sigue permitiendo que un senador, magistrado, consejero de banco,
director general de x, etc. gane 20 veces más que un bombero, profesor, médico
de urgencias, conductor de autobús....?
La
solución a este mito y mentira es muy sencilla: quien dispone la distribución
de los dineros pertenece a la clase de los que aprueban y distribuyen esas
injusticias, y en cuanto alguien asciende esa clase –el caso de los políticos
es clarísimo– sanciona y determina que siga siendo así, en el caso de los
políticos es todavía peor: de la sanción
y el consentimiento se pasa, con la mayor naturalidad del mundo, a la
apropiación indebida y el robo.
No
hay tanta diferencia en la condición humana (ni siquiera sin comparamos a
Merkel o Bisbal con el cartero del último pueblo) como para que uno de los humanos tenga 100 y el otro humano
0,50. El abanico de posibilidades –que podrían justificarse por motivos
externos, como tiempo de formación y de trabajo– del reparto de bienes nunca
debería abismarse, y menos en el caso de esas masas de trabajadores que
enseñan, curan y cuidan, organizan el detalle de nuestras vidas, trabajan el
campo o el mar, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario