Hoy he visitado cuidadosamente todo el tinglado de la Puerta del Sol, después de acudir a las ocho de la tarde. Había bastante más gente que ayer; el sábado por la tarde, primaveral, y la cercanía de los barrios de entretenimiento hacía sin duda que la afluencia ocasional fuera asimismo grande; pero también estaban llenas las terrazas, los restaurantes y los bares de todo el trayecto –he ido y vuelto andando, como siempre.
Sigue predominando la gente joven; aunque también la hay de edad media. Esta vez, sin embargo, he reparado que existen numerosas y pequeñas colonias de extranjeros, que probablemente viven en Madrid (norteamericanos, latinos, rumanos, irlandeses, hablando en francés, italianos....), así como agrupaciones (feministas, músicos, teatreros, mujeres latinas, etc.)
El corazón de la concentración es un pequeño estado, con múltiples dependencias que se han distribuido tareas. Como norma general: no funciona el dinero –está prohibido– todo son donaciones y contribuciones. Yo me he tomado un bocadillo y he bebido un zumo, guardando el vaso, que me he colgado con un cordel –así los dan–, para reciclarlo y utilizarlo cuantas veces lo necesite.
Las dependencias: información, propuestas, alimentación, carteles, etc.; en cada una de ellas, un buen número de voluntarios te atienden con solicitud y cordialidad. Alrededor, gritos, lemas.... y carteles, miles de carteles, los más, sagaces, incisivos y directos; otros muchos, irónicos. Doy una pequeñísima muestra. Otros muchos son avisos, que se reiteran; "Esto no es un botellón", "Violencia no", "recoge lo que manches", "evita las provocaciones", "no te subas a los andamios"....
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