Venimos de la iglesia y convento de San Hermenegildo, en Madrid, que aparece como un lugar de santidad en los papeles de Felipe II, quizá ya definitivamente entregada a la causa de la madre Teresa (muerta en 1582; todavía vive Juan de Yepes), pero vamos, como anuncié, a las turbulencias pasionales de Lope, que se ha ido a Toledo para conseguir del Cardenal primado –Sandoval y Rojas– el empuje final que le permita tomar órdenes, con lo que espera salir de la tristeza, que le tiene acorralado: Mi vida es ésta, y los pasos, de la posada a la iglesia, rezar dos horas, que ya me obligan, y a la noche hablar un rato, mientras llega la del sueño, con algún amigo; y porque quien todo lo niega todo lo confiesa, también me divierto de mis tristezas con la amiga del buen nombre....
Poco antes, en Lerma, había decidido preparar su nuevo "look", mientras se difunde en la corte Pastores de Belén (versos y prosas), en donde ya el empapamiento religioso es total, aunque sin anular nunca su capacidad lírica. Aquellla última alusión lo era a Jacinta, la amante del duque de Sesa, por quien Lope sigue procurando. Miserias del mecenazgo, ya que el Duque va a recomendarle (....No se olvide vuestra excelencia, señor, de hablar al Cardenal....), al menos mientras Lope le siga sirviendo, por ejemplo escribiéndole las cartas y los billetes de amor para sus aventuras. Pero Lope ha entrado en fase depresiva: No sé qué anda tras mí estos días como sombra, si este nombre se puede dar a mis disgustos, que dellos nace hacer sentimiento el cuerpo y está puesta en razón de trabajos de espíritu.... En enero de 1614 solicita las bulas eclesiásticas para gestionar su ordeamiento sacerdotal. Y viaja a Toledo en marzo para cumplirla. Desde allí va a Illescas, prepara la permuta de un "beneficio" eclesiástico y sus confesores le imponene como condición para la misa que no prosiga con sus tercerías en los amores del duque, lo que le escribe, compungido, a su mecenas: .... No había osado jamás decir esto a V.E. por mi amor inmenso y mis infinitas obligaciones, trampeando cada día lo mejor que podía el modo de confesarme; ya ha llegado a no ser posible menos. V.E. es dueño de un entendimiento claro y de un corazón generoso; mire lo que quiere hacer de mí, que es tanto lo que le debo y le quiero, que dejo a su juicio cuanto iba a decir aquí. Lo que reitera en cartas posteriores así, avisándole que es la última vez que le escribe un "papel" (una carta amorosa): Yo escribo a vuestra excelencia ese papel para aquella persona por el último: la razón es que, como los confesores propios hilan tan delgado, les ha parecido no absolverme, como si yo estuviera a pan y cuchillo con esta secretaría; crea vuestra excelencia que en mí tiene un esclavo y que lo seré toda mi vida, como lo podrá esperimentar mandándome las demás cosas que fueren sin culpa; que dicen que los partícipes y coadjutores la tenemos como los propios. Resolución, por cierto, que ha llenado de cólera a Jacinta. Ese tira y afloja perdura a lo largo de todo el epistolario con el Duque y le afecta durante todos aquellos meses en Toledo.
Mientras tanto, se difunden las grandes obras de Góngora; se preparan las fiestas para la beatificación de la madre Teresa en toda España; se cortan los grandes árboles del paseo del Prado.... y muere el marido de la amante del duque, Jacinta. Lope, aunque enfermo, acude a todo. Tan excelente conocedor del alma femenina, escribe a su señor en estos términos: ....Señor, dígame V.E.: ¿para qué le fuera bueno un hombre que le dio tantos celos? Pero como es tan discreto V.E., débele de haber pesado que le quiten la dificultad al gusto, porque suele ser la que los hace mayores; y agora que el de V.E. queda solo en la estacada, ¿quién duda que le ha de parecer que sin contradicción, que sin celos, se ha de cansar presto de la abundancia? Que un mismo mantenimiento cansa el gusto, aunque él sea por sí mismo precioso. ¡Alegre V.E. esa cara, por Dios! Cosas son que Él hace; no era tanto lo que él amaba a V.E., que le merezca esta tristeza; consuélese V.E. con que lo debe de estar Jacinta, aunque todas se consuelan fácilmente....Y en otros lugares, sobre la misma materia: que en conociendo una mujer que un hombre no puede vivir sin ella, ella puede vivir sin él, y que si se pudiese ocultar la voluntad, no se había de decir tan grande como es, por no engendrar satisfación.
En consonancia con este ramalazo religioso, ha extraído de las Rimas los Soliloquios y va a difundirlos exentos. No he podido todavía averiguar si, como creo, su misa en San Hermenegildo se relaciona con su papel muy activo en la beatificación de la madre Teresa, que si los Padres Carmelitas deben a la Santa Madre su fundación, ella debe a vuestra merced la mayor gloria que hasta agora la han dado humanas alabanzas; perdonen los grandes sermones desta Corte.El caso es que sus remordimientos de conciencia van a ir desapareciendo poco a poco de su epistolario.
He dejado para el final el fragmento inicial de la carta del 15 de marzo de 1614, cuando se le ordena de epístola:
.... Bien creerá V.E. lo que siento el carecer de su vista, porque creo tiene seguridad de mi amor como de mi obligación y que sentí en estremo la partida, que por ningún camino me fue escusable. Llegué, presenté mis dimisorias al de Troya, que así se llama el Obispo, y diome Epístola; para que V.E. sepa que ya me voy acercando a capellán suyo y se ría de ver cuán a propósito ha sido el título, pues sólo por Troya podía ordenarse hombre de tantos incendios, mas tan cruel como si hubiera sido el que metió en ella el caballo, porque me riñó porque llevaba bigotes, y con esta justa desesperación yo me los hice quitar, de suerte que dudo que V.E. me conozca, aunque no me atreveré a volver a Madrid tan rapado....
"pues sólo por Troya podía ordenarse hombre de tantos incendios"
ResponderEliminar¿Hay cosa más divertida que este conceptismo del Siglo de Oro?
Bueno... seguro que la hay, pero me guío por los impulsos del momento y ahora me parece que nada se le iguala.