Ese es el título de toda una sección poética, que quizá necesite de alguna aclaración, al menos de la que proviene de los viejos repertorios de historia literaria clásica, en donde uno empieza a anclar su pensamiento. Porque, en efecto, durante muchos años he venido explicando cómo y cuándo se produjo el cambio de la trayectoria poética clásica, cuando después de leer a Garcilaso y sus epígonos, nos vamos a fray Luis de León y la poesía del último tercio de siglo xvi, que ya da muestras (desde 1580) de una inspiración mucho más abierta. De Garcilaso a Góngora –los tomo como ejemplos– cambian muchas cosas: siguen, claro está los temas amorosos, sublimados quizá estilísticamente, pero Góngora se inspira ya en muchos más aspectos de su vida y de sus circunstancias. ¿Es “mejor” poeta Garcilaso porque apenas si nos habla de la pasión amorosa, y un poquito de la amistad, que Góngora que registra, y con tonos diversos, escenas y aspectos mucho más variados? Góngora conquista para la poesía campos que hasta entonces parecían vedados. Y desde entonces y cada vez más esa invasión –con los clásicos fuelles de la historia– no ha hecho más que progresar.
Digamos, en consecuencia, que a menos cuantitativamente es “mejor” la poesía de inspiración amplia.
En segundo lugar, la poesía –también lo he defendido en otras ocasiones–, como en general el arte, genera un proceso liberador, por su propia naturaleza de lugar en donde se desarrolla libremente la voluntad de un individuo creador; libremente hasta allí donde sus circunstancias históricas lo permiten, desde luego. Es un motivo de satisfacción contemplar, al menos entre mis jóvenes colegas y entre los alumnos, esa avidez creadora, que hemos de cuidar, cultivar, ayudar a que se produzca con las condiciones técnicas de las que en estos momentos pueden echar mano. No voy a insistir en lo que hay de liberador, de restaurador del sentido crítico no viciado, etc.
En tercer lugar –se trata de enunciados casi telegráficos–, sí que es posible extender la cualidad de “poético” a lugares y aspectos que tradicionalmente se han visto relegados a los rincones, en preferencia por un sistema de valores que jugaba con lo sublime lo raro, lo excelso, etc. Existe, es sabido, toda una vuelta –de cien años vieja– hacia lugares donde tradicionalmente no “estaba” la poesía ni su inspiración.
En cuarto y último lugar, propuse asimismo hace tiempo que se parara la circulación de Madrid, no cuando llega un embajador, sino cuando sale un maestro de dar clase, o un ama de casa, o un parado.... Nos hemos acostumbrado a las noticias “políticas” (y como mucho deportivas, con alguna anecdótica para aderezar) en prensa y telediarios. Creo que sería mejor dar siempre primeras noticias de otros campos y ocupar el tiempo con algunas de ellas: habrá que ir educando al público. Sea la poesía uno de esos campos.
Cada uno de estos cuatro argumentos trabajan en la misma dirección, que es, a mi modo de ver, la correcta: la que lleva a la invasión de la poesía.
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