Pasamos de manera rápida por una exposición el lunes –estaba cerrado El Prado– en la Casa de América, el Palacio de Linares, que ocupaba tres plantas con objetos irregulares: como muchas de las exposiciones de ahora lo primero que percibe el profano es el ingenio en un contexto de extravagancia y todo vale. El ingenio ha de apoyarse en circunstancias, es casi como el chiste del arte. No lo menosprecio en general; mi tantas veces citado viejo alumno y luego colega Pablo Moíño me enseñó la seriedad del ingenio en muchos aspectos.
El comentario viene a cuento porque, además de las muestras de arte-ingenio-circunstancias que voy a integrar en esta entrada, hoy por la mañana he mantenido larga conversación con mi querida alumna Lucía, que está convencida de que la literatura es "innata" al hombre, a la humanidad, y de que ha existido siempre. Profe algo derribado ya, no he tenido fuerzas suficientes como para iniciar la siempre ardua batalla de las ideologías, y apenas le he podido insinuar que "la literatura no existe", que existe una actividad muy importante en nuestra sociedad –y en otras– que se suele denominar así –y esa sí que es importante–.... y después de unas cuantas vueltas por el campo, de concluir que en definitiva todo se resume en saber lo que denominamos "arte" y su parcela "literatura".
Corresponde el centro de este círculo a la ilustración anterior, con la leyenda |
Y yo no tengo ningún inconveniente en llamar arte a esa lámpara de los años cuarenta hecha con bolígrafos bic, al poster redondo del coleccionista de estampas de la Virgen (¡precioso cuadro!) o al resultado de recoger cartas de avisos varios para componer un mosaico del ingenio, la estupidez y la capacidad de echar a risas todo que tiene la condición humana.
Pero a renglón seguido añadiría que también me gustaría designar como arte a los modos que tiene de cubrirse con un manotazo la calva Ángel Gavilondo –mi ministro– o a la capacidad de encontrar el ritmo y la presión suficiente en la delicada tarea de concluir un asunto animal, sea el hombre o sea la mujer, con dosis distinta –supongo– de dulzura, tenacidad, ritmo y presión.
La vieja pelea por las palabras. Los poetas deberían ser todos nominalistas, por principio. Un poeta de acción, un pragmático, quedaría entregado a una infinita melancolía –ausencia y pérdida de lo que no se sabe bien qué es– y sería un parado más en el universo de esta crisis que se han inventado. Vamos a dejarlo, porque voy a pedir otra vez la revolución, cuando en realidad lo que muchas veces se necesita es el arte animal al que antes aludía, prendido de unos ojos, como los que vi el otro día –no me había fijado– el domingo, grises. ¡Qué hermosos son los ojos grises! Y no es arte. La naturaleza no es arte. ¿Será arte el modo de mirar de aquellos ojos grises que se escondían detrás de unas gafas? ¿Dónde empieza el arte, en el ponerse las gafas, en elegirlas, en mirar detrás de los cristales? O más difícil todavía, ¿en combinar el gris de los ojos –natura– con el artificio de las gafas?
Vinieron luego otros buenos alumnos a preguntarme, casi con avidez, cuestiones de filología –de lo que se llama literatura, vamos– que querían resolver con mi contestación, de manera que en algún momento me sugirieron que definiera con mayor contundencia, casi que cuantificara. Ahí es ello, que es una de las vetas espirituales –no vayamos a confundir todo, que esta entrada va muy mezclada–: no solo no hay que cuantificar, ni siquiera se debería alcanzar la definición, lo mejor es devolver al mar todo y que siga en su lograda y real complejidad; esa solución es más exacta que la otra, aunque no satisfaga nuestro imposible deseo de llevar al magín grandes dosis de conocimiento, para lo cual reducimos la realidad a perlas sintéticas, casi siempre falsas.
Tengo que volver a a hablar con Lucía.
Y tengo que hablar también con Moíño.
Y tengo que volver a mirar aquellos ojos grises.
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Uno de los resultados inmediatos de esa Ortografía que las gentes se ha regalado estas navidades, con las 800 páginas y sus buenos dineros, es que es un modo de dar carta blanca en los usos. Un poco el ¡viva la virgen! al que íbamos a llegar por nuestra propia desventura vital. Ello explica los usos con caja baja que a veces rechinan a los más pacatos, cosa que da hasta vicio, fíjense si no qué bien se leen: víctor garcía de la concha, esperanza aguirre, zapatero, la ortografía de la real academia española, pedro álvarez de miranda.... tienen su encanto, a veces no se sabe bien si huelen o no, si hacen milagros o no, si son iglesia, calle o si tienen los ojos grises: azucena, almudena, recoletos, domingo, etcétera. Es una golosina. Y en el sin embargo encontramos cosas como: Ojos Grises, Chinita, Revolución.... (Recordad: siempre cuatro puntos suspensivos, como César Vallejo, con caja alta.)
Imperdonable que no me haya felicitado en mi cumple! Hala,voy a dejar de comentar por aqui!
ResponderEliminarChiqui, felicidades a millones; ocurre solo que es la semana infernal de los exámenes y las resmas de papeles se acumulan en mi mesa, mi tiempo y mi cabeza....; y no me acuerdo nunca ni de los cumples propios, imagínate de los ajenos. Felicidades
ResponderEliminarDescubrimiento extraño (that may or may not estar implicado con el tema del arte y qué cosa lo es). En la última foto, bueno, en realidad la anterior al "chandelier" de bics que es fantástico, hay una muestra de lo que estoy segura debe ser parte del proyecto "Cartele". Una iniciativa de unos argentinos que recopilaron carteles curiosos, encontrados por ellos y enviados por los lectores. Los libritos que publicaron son fabulosos, fruto de gran diversión y muy recomendables (un festín para reflexionar sobre el ingenio, la intención y la mirada que rescata como ¿arte? o curiosidad risueña esos trozos de la realidad). En fin, no me desbando y voy al punto o razón (si es que la tiene) de este comentario.
ResponderEliminarEntre las fotos de ese rejunte de "Cartele" hay una de una casa sonriente, que no me llamaría tanto la atención si no la hubiera visto hace unos meses en la ciudad de Rosario (a unos 300 km de Buenos Aires). Verla tampoco es lo que me llama la atención. Pero sí el hecho de que hice una entrada sobre ella en mi blog, aquí. Lo que pienso es esto: yo vi, creo, todas las fotos recopiladas por los del Proyecto Cartele a lo largo de los años. Es necesario apuntar que mi memoria es un colador (y de agujeros gigantes). De modo que cuando me encontré con esta casa en las calles de Rosario, creí estar viendo esa imagen por primera vez. Y sin embargo resulta que posiblemente ya estaba incluida por Proyecto Cartele quienes ya habían pensado que eso era fotografiable, comentable y publicable...
Sabía, eso sí, que mi mirada no era la primera ni el origen, porque alguien con ojo avizor y un aerosol de pintura le había visto las posibilidades a esa fachada. Pero me sorprende cómo lo que pensé que había nacido de mi impulso propio e íntimo de fotografiar, estaba ya seguramente implantado en mi inconsciente desde antes. También puede considerarse como el resultado de una comunidad de ideas estéticas compartidas.
Te imaginarás que no me preocupa la originalidad, desde ya, sólo comento porque me sorprendió el hallazgo y el tomar conciencia. Al fin y al cabo sirve esto (o a mí me lo parece y pido disculpas por la longitud) para sopesar también cuánto hay en el arte del eterno dilema del huevo y la gallina...
Con respecto a lo que es literatura, ¿ha leído el divertidísimo e interesante libro "Casanova, Stendhal, Tolstoi" (S. Zweig)?
ResponderEliminarCon respecto al arte y la poesía, ¿vio la delicada y preciosa película coreana -aún la ponen- "Poesía"?
Querido anónimo, gracias por la información; doblemente grata porque además estoy persiguiendo, cuando puedo, pelis coreanas, japonesas, chinas. La buscaré en cartelera, ¿me amplias la información?
ResponderEliminarJulia, qué bien has comentado mi información. Hubiera debido citar, en efecto, la autoría artística, aunque solo me hubiera interesado inicialmente el rasgo de ingenio.
ResponderEliminarSin duda es el proryecto Cartele lo que estuve viendo.
Ojo, que quede claro que en mi parrafada no había ninguna intención de reclamar o echar en cara por si estaba o no estaba la información sobre los autores. De hecho ni lo había pensado.
ResponderEliminarLo de Gavilondo con uve es por algo?, ¿gaviotas en el aire, tal vez? Ojalá no. Gaviotas, digo, ojalá no; pero tampoco más de lo mismo. Ángel sí. Lío, ¿no?
ResponderEliminarMe han señalado también mediante correo lo de Gabilondo, que fue un vuela pluma, pero que me parece que lo voy a dejar, pues no encuentro razón para corregir una consonante y dejar su nombre limpio de responsabilidad.
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