A veces siento que apareces cerca,
sin saber cómo, que te estás al lado,
que acompañas rutinas de los días,
que contigo ando, estoy, leo, trabajo...;
tu silencio distingo y tu costumbre,
que vivo con tu vida en mi costado;
y acepto que los sueños me seduzcan
y un tiempo compartido y entregado.
Mis sienes en tus dedos, cuando vienes,
si sigues ahí cerca, te reclamo
el refugio perdido de tus ojos
la caricia y dulzura de tus manos.
No sé dónde estarás mientras te quiero.
A veces siento que ya estás al lado.
sin saber cómo, que te estás al lado,
que acompañas rutinas de los días,
que contigo ando, estoy, leo, trabajo...;
tu silencio distingo y tu costumbre,
que vivo con tu vida en mi costado;
y acepto que los sueños me seduzcan
y un tiempo compartido y entregado.
Mis sienes en tus dedos, cuando vienes,
si sigues ahí cerca, te reclamo
el refugio perdido de tus ojos
la caricia y dulzura de tus manos.
No sé dónde estarás mientras te quiero.
A veces siento que ya estás al lado.
y seguro que lo está. A veces sólo hay que buscar bien, aunque no sea con los ojos.
ResponderEliminarQué bueno, Pablo.
Tal vez esos ojos perdidos no sean refugio, ni reclamo.
ResponderEliminarTal vez, esos ojos sean dos luceros solitarios, que algunas veces miran, y otras saben que los están mirando.
En tu ausencia vigilan, y son tan arduos que su presencia termina delatándolos...