Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 3 de enero de 2011

La REC (I), recuerdo y recuperación

Esta breve entrada sobre la REC (Revista de erudición y crítica) va a recordar los tres o cuatro años que atravesó la revista antes de sumergirse en el olvido, del que rescataré algunas viñetas para el cuaderno, la primera, un par de páginas sobre Glenn Gould, a resultas de lo que se dice en un "blog" amigo, el de "Estrella".


La REC fue una actividad típica por la que  se atraviesa cuando se inician las tareas de investigación, por la que transitan los jóvenes cuando comienzan a ejercer una actividad en campo propio: crear una revista, casi una necesidad de hacerse con voz propia. Iba a haber escrito "crear y mantener"; pero lo segundo es, quizá, otra tarea bien distinta.
A mí me cupo la satisfacción y el deber de canalizar uno de esos impulsos colectivos, que surgió del grupo de jóvenes investigadores y creadores que acudían los lunes a la Biblioteca Nacional, para catalogar manuscritos, inicialmente, para trabajar y crear, como resultado de cualquier otra actividad relacionada con la Filología. "Lunes de Filología" se iba a llamar una de las revistas que imaginaban, precioso etiquetado que no pude adoptar, primero, porque, como me advirtió uno de ellos, era título ya elegido por algunos; y segundo, porque la canalización a través de una editorial –necesaria– iba a imponer otro título.
En efecto, se canalizó a través de la editorial Castalia, en donde yo dirigía –y dirijo– algunas colecciones muy conocidas, y en donde encontró una excelente acogida.
Fueron los preliminares difíciles, arduos, complejos, gozosos.... Finalmente conseguí –creo que fue discreto y sencillo logro mío, la verdad– que la dirección de la revista equilibrara la experiencia, rigor y buen hacer de Mario Hernández –catedrático de la UAM, quizá quien mejor conoce historias de revistas literarias recientes, no en vano dirigió Trece de Nieve, hace años–, con la capacidad creadora y la intución de Pablo Moíño Sánchez y María Fernández Salgado. Los cuatro trabajamos en la realización del proyecto, que se fue materializando en las reuniones que nos ocupaban largas mañanas alrededor de una mesa, etapa final, a la que se sentaban, en la editorial, Esperanza Morais y Federico Ibáñez. 
Siete números salieron de la revista, que tenía detrás a toda la plantilla de nuestro grupo de investigación de la Biblioteca Nacional y que, como trabajo serio, riguroso y concienzudamente realizado, quemaba el tiempo de los más jóvenes, lo que iba a ser a medio plazo, una de las razones de su desaparición. 
En algún momento daremos noticia de los índices, entre los cuales, por ejemplo, hay tres cartas autógrafas e inéditas de Quevedo –han tenido que pasar cuatrocientos años para que se publicaran–, poemas autógrafos e inéditos de Ullán, Carlos Piera, Gamoneda, Miguel D'ors, Carvajal, García Calvo.... Temas de rigurosa investigación histórica, ensayos, reseñas, antologías....
Ahí se quedaron y ahí están. Es posible que con el cambio de la editorial Castalia sea ya y para en adelante difícil su consulta o su recuperación, como suele ocurrir con todas las revistas de vida fulgurante e intensa. 
Algo podremos rememorar en este cuaderno.



3 comentarios:

  1. Un diseño atractivo. Lo malo de la Red es que está acabando con estas revistas que tanto placer ofrecieron a sus creadores y a los lectores.

    ResponderEliminar
  2. Pablo, muy bueno el ensayo sobre Gould! Lamenté mucho el final de la REC. ¿No se podría poner esos siete números en línea? El escanearlos no llevaría demasiado tiempo...

    ResponderEliminar
  3. Buffff.... Intentaré hacer lo que pueda, Ch. Tendría que hablar despacio con María Salgado y Pablo Moíño, que fueron realmente las "almas" de la revista.

    ResponderEliminar