Yo
solo quiero aquel larghetto dulce
del
clarinete y el violín de Brahms,
cuando
se van a recorrer la orquesta
y
se extravían lejos del quinteto.
Espero
que lo entiendas, más o menos;
no
me interesa, la verdad que no,
todo
eso que me dices tantas veces;
y
lo sé, y no me importa lo que pierdo.
Ya
atravesé por esos campos verdes,
y
bebí el agua de los manantiales,
me
sumí en el cristal que me miraba,
y
navegué los mares sin destino.
Tengo
la claridad de las derrotas
y la misión de terminar mi tiempo.
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