Uno de esos lectores que a uno le gusta tener me hizo el regalo hace unos días de cien años más de gafas; me explico: me envío nada menos que cuatro representaciones de gafas.... Le doy la palabra: Dos de ellas son detalles de la sillería de coro de la catedral de León.... La fecha es la horquilla cronológica de la obra, 1464-1481, taller de Juan de Malinas (es el autor documentado de la mayor parte de este conjunto coral). La otra es un detalle del sepulcro del infante Alfonso, en la cartuja de Miraflores, de Burgos, obra de Gil de Siloe, 1489-1493. Ésta la he sacado de un libro y no tiene una calidad maravillosa, pero se ven bastante bien las gafas.....
Y en otro correo y referido a la última foto: Es también un relieve lateral de la sillería de coro de la catedral de León, burlesco. Como ocurre con tantos manuscritos iluminados medievales, que contienen en los márgenes una amplísima iconografía muchas veces profana, en las sillerías de coro góticas es frecuente que aparezcan en lugares secundarios numerosos motivos profanos del mismo tipo. La fotografía de la cartuja de Miraflores procede del libro de María Jesús Gómez Bárcena, Escultura gótica funeraria en Burgos....
Miraflores |
Preciosa documentación que, en buena medida, sacia mi ansiedad. Las tres de la sillería de coro de la catedral de León proceden de diferentes estudios sobre sillerías góticas de María Dolores Teijeira Pablos, cuyo conocimiento está detrás de los comentarios que se acaban de hacer. ¡Gracias!
Santa Brígida |
Estaba esperando completar esta entradilla porque, con la saturación artística que producen los viajes a Italia, aparecían más y más gafas, hasta que encontré unas que, definitivamente, iban a acotar las ilustraciones por un extremo, el de 1705, ya que ese es el año es el de la muerte de Lucas Jordán, tan activo y cromático en todo Nápoles, el autor del luminoso fresco alegórico en el casón del Buen Retiro, hoy biblioteca del Museo del Prado, en Madrid. En una de mis visitas me sorprendió –en el Pio Monte de la Misericordia (donde están los Caravaggios)– un autorretrato, el que aquí va, que un poco a la manera quevedesca, hace gala de unas enormes gafas, que además empiezan a cobrar contornos que se van de la funcionalidad a la modernidad. Y el pintor las luce con una miaja de chulería o de desparpajo.
Lucas Jordán pidió que le enterraran en Santa Brígida, en donde había pintado, entre otras cosas, uno de esos enormes frescos. Y allí que me fui a buscar la iglesita –en pleno centro de Nápoles está– y al pisar la lápida mortuoria de Jordán miré cúpulas y pechinas.... estaba demasiado oscuro; pero queda constancia de sus gafotas, de su lápida y de que nos ha sido frontera.
La tumba de L. Jordan en la iglesia de Santa Brígida de Nápoles |
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