Había pensado escribir otra entrada sobre el libro de Hacienda en el que nos explica cómo hacer la declaración, pero me salía un trabajo casi de final de curso, de manera que les voy a ofrecer, sencillamente, un anuncio de una tienda cercana para que se comprenda la importancia de las excepciones y de la letra pequeña, pues el manualillo en cuestión es un tratado de la excepción unas veces, un divertido recorrido por la vida española actual, que tantas normas se salta, otras. Léanse por ejemplo las páginas en las que aclaran lo que tiene que hacer lo que en algún momento se denominó "familia". Quien redactó aquello hubo de pasárselo muy bien: "....si son parejas de hecho.... si no lo son... si el hijo es menor y vive con uno pero es patria potestad de los dos.... si vive con los dos pero es patria potestad de uno...." Y eso que todavía no han entrado en danza los hijos de los obispos, los matrimonios de tres (los hay), los adoptados de inseminadas artificialmente, etc. Los ciudadanos, que no se atienen a las normas. Con tanto poder judicial y tanto tribunal de toga, copete y sueldo escabroso, y los ciudadanos a lo suyo.
No ha conseguido resolver todos los problemas, se le hace la lengua un lío, al manual, y yo, por ejemplo, no he podido dirimir si mi hijo desgrava o no, forma unidad familiar conmigo o no, si tiene que aparecer en casillas o no.... Se lo preguntaré (al inspector, no a mi hijo), cuando llame mañana porque "un fallo informático" en los datos que me han enviado ha jorobado todo el proceso. Vaya. Y yo que me he perdido la parte más alegre de este 19-j para mandar la maldita declaración. Dos días llevo, dos días trajinando, y todo para rescatar a Grecia y que los bancos alemanes, franceses y alguno que otro español puedan recuperar sus dineros y las cosas sigan como están, es decir, mal. A lo mejor dan los impuestos hasta para pagar la fianza de ese financiero lujurioso francés al que se le fue la mano –otra cosa se le fue, pero bueno– en un Sofitel de Nueva York, sin calibrar que estaba en Usa y no en París, en donde probablemente las camareras francesitas se saben defender ellas solas, y antes de los dineros y las fianzas van las bofetadas. Son historias, historias actuales de fácil moraleja para la formación de nuestra juventud.
El ingenio del anunciante de esta tienda se agotó con el cartel, perla de las contradicciones. Para que luego digan lo de la letra pequeña.
Resignificación de lo que es TODO.
ResponderEliminar¡Ya no hay absolutos! ¿Dónde iremos a parar?
(además habría que avisarle al pícaro comerciante que le falta la llamada o asterisco en el texto principal)