Plaza de San Lorenzo, la iglesia a la izquierda (según se mira) |
En algún momento se me ha dicho que buena parte de la documentación se trasladó a la abadía de Montecasino –la destruida durante el asedio de la segunda guerra–; pero allí no he podido ir. Mi colega Alexandro Martinengo me acaba de comunicar que ya se han reabierto los archivos del Vaticano, que no pude consultar el año pasado. Sin duda allí habrá cosas muy interesantes, sobre todo referidas a su estancia en Roma, que tengo documentada –y no la he publicado entera– a partir de la colección epistolar del Conde Gondomar (en el Palacio Real de Madrid, ya di noticia en parte de ella).
Sala de sesiones del senado napolitano en tiempos de Quevedo |
El caso es que no encuentro las cartas que publicó Bustamante en el vol. de la Historia de España que redactó para Espasa (la dirigida, entonces, por Menéndez Pidal), y que ese volumen se publicó por primera vez en 1920; es decir, que esos documentos se pueden dar por perdidos durante la guerra.
Me pasaré el lunes en la Biblioteca Nacional de Nápoles, en donde, en mi último viaje y lamentablemente el último día, empecé a ver las actas manuscritas del senado napolitano, precisamente las páginas en las que se discutía el donativo que iba a llevar Quevedo a Madrid y si el escritor era o no la persona adecuada. Es un curioso texto, nuevo, que en este caso va adornado de circunstancias históricas también nuevas, pues la Iglesia y convento de San Lorenzo el Mayor –el enorme convento franciscano en el corazón mismo de Nápoles– estaba reconstruyéndose cuando yo intenté verla.
Ahora se puede visitar, tanto la planta superior –iglesia y convento– como las impresionantes excavaciones arqueológicas, que se remontan a la época griega y van superponiendo capas e historia. Pues bien, una de las salas nuevas es la sala capitular, que ya se conocía del monasterio medieval suevo (c. 1250), pero que se rehace en 1608 por un artista llamado Luigi Rodríguez (sic), pintando las virtudes y escenas del reino (la foto no me ha salido bien; estaba oscurísimo todo). Quevedo llega en 1613. La pequeña sala capitular da paso al antiguo refectorio, la sala mayor, que ¿ahora? se llama Sala Sisto V. Una cierta emoción sentí al entrar en la sala, profusamente decorada, sede del parlamento napolitano, donde al fin se aprobó que Quevedo viajara a España con el donativo del Virreinato.
excavaciones arqueológicas |
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