Demasiado pensar, piensa el rapsoda,
el agua de una fuente, pensativa,
que llega hasta los pies de unos naranjos
y ha dejado las frutas encendidas;
los rosales mantienen y los frescos
una huella de pétalos marchita;
y un olivo cansado y centenario
el huertecillo del rincón vigila.
Versos, naranjos, altos pinos, agua....;
sin mirar nada pasa una monjita.
Yo no entiendo de monjas, la verdad,
pero ¿dónde se irá, y sin mí, y deprisa?
Santa Clara se llena de colores.
Guarda una soledad triste y antigua.
Tuve yo la oportunidad de ver celebrar a santa Bárbara (4 de noviembre) en esa iglesia, con toda la chatarrería de medallas colgando de las pecheras de los distintos cuerpos de arma del ejército y de los carabinieri italianos. Aquello fue lo más parecido al esperpento valleinclanesco que vi en mi vida. Si la Clarita levantara la cabeza y viera las tropillas aquellas...
ResponderEliminarSanta Bárbara: 4 de diciembre. Imperdonable lapsus, viniendo de estirpe de mineros
ResponderEliminarNo le pega nada a ese hermoso claustro –algo triste– vestirse de militar, arrume; tienes razón.
ResponderEliminar