El espectáculo de una larga hilera de tamarindos mirando al mar suele ser habitual. Y lo habitual puede seguir siendo espectacular, digno de interés. Creo que el árbol, de la familia de las mirtáceas, es el melalecua deccusata, en donde el contraste entre las ramas y hojas, parecidas a las de algunas pináceas, pero más suaves y flexibles, contrasta con la base de troncos y ramas, retorcidas, irregulares. Yo siempre los he llamado tamarindos. De hecho, y ya que he citado las Églogas, en la IV, el "non omnes arbusta iuvant humilisuqe myricae", se suele traducir por "tamarindo". Y aduciendo otro texto virgiliano ("....dum teneras defendo a frigore myrtos...") no les gusta el norte ni el frío: la brisa que han de recibir tiene que ser suave. Su forma es casi una llamada a su utilización simbólica, para significar cosas como los rasgos de la condición humana, de una situación, etc.
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