heliotropos |
su costumbre de ser, cuando florecen
los arrayanes, dora el arce y brotan
ocultos en la sombra los laureles,
cuando cuaja su fruto el avellano
y el heliotropo por el muro asciende
hasta dejar perfume en las alcobas;
y encaramado al acebuche, teje
una red que coronan celidonias
y ortigas y un saúco que aparece
en el cañaveral, entre celindas,
siempre nuevo, pujante, siempre verde.
Y año tras año, cuando llego allí,
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