“Casi solo recuerdo lo alto que era,
Juan se llamaba, con lo ojos negros,
me dio dos besos largos en la playa;
todavía, si miro al mar, los siento”.
Mientras se enreda su cabello cano
coquetea la brisa con el gesto
de la anciana que sabe qué perfil
es el mejor para prender el pelo.
“Bueno. Nunca llegó quien esperabas.
Es hora de volver, que ya hace fresco”.
Y se marcha despacio; mas se para
a contemplar el mar solo un momento:
“Hubiera sido hermoso estar con Juan
esta tarde de playa, y con sus besos”.
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