Hace muy poco Patrimonio Nacional compró un manuscrito autógrafo de Lope de Vega, por una cantidad ponderada. Se trata de una especie de diario poético que uno de nuestros clásicos más admirados fue escribiendo entre 1632 y su fallecimiento (1635); un borrador ¡de casi 600 páginas! en donde se inicia, pule, deshace, vuelve a redactarse... buena parte de la obra literaria, sobre todo poética, de Lope de Vega. Allí se encontrarán inéditos, pero también versiones de las Rimas de Tomé de Burguillos o de la Dorotea, dos de las obras finales de Lope, dos universos de la creación madura, apasionada, desengañada del mejor Lope. Seiscientas páginas autógrafas de uno de nuestros clásicos más admirados, durante los tres o cuatro años que precedieron a su fallecimiento. Solo un artículo perdido de 1970 había dado noticia de la existencia de este códice. La noticia explotó en algunos lugares, ligeramente, sin exceso.
Asiduo como soy, por vicio profesional, a los suplementos literarios, culturales, etc. de la prensa, tanto de la nacional, como de la regional y, cuando puedo, de la internacional, no he dejado de comentar con algún colega y otras gentes de conciencia clara, lo que noticia de este calibre hubiera significado en otros lugares. Bastaría con remitir, verbo y gracia, a las recientes reediciones de Montaigne, en Francia. Aparte de la nota de agencia, la mayoría de esos lugares en donde hubiera de haberse dicho, valorado, con alegría, interés y sabe dios cuántas cosas más, lo único que iba encontrando eran dobles columnas, dobles páginas, despliegues tipográficos grandiosos... sobre una postal inédita de algún autor anglosajón de segunda fila; reportajes infinitos sobre escritores menores; páginas de creación de poetas escondidos en los pliegues de las enciclopedias. Será que nos estamos universalizando, por fin, y para eso habrá que negar vejeces como la de la literatura del s. XVII español.
En algún otro momento diremos, comentando el "Giro visual" (cito a F. Rodríguez de la Flor), que los giros modernos no podrán barrer algunos lugares del paisaje, uno de ellos tan sólidamente anclado en algún rincón de nuestras vidas que con nosotros va: todo aquello que se sustenta en nuestra lengua materna. Más cerca seguirá sonando para mí Lope o para un catalán Màrius Sampere que Joyce, a pesar de que Vila-Matas, por fin, haya encontrado la novela, precisamente en un viaje extraordinario hacia otra lengua.
La desidia o la ignorancia es particularmente llamativa en esa vaca sagrada del (mal) periodismo que es Babelia, el suplemento cultural de un diario que a fuerza de presumir de "snob" está destrozando sistemáticamente el sustrato cultural, cada vez más escaso, de nuestros lectores: a los que no informa los aleja, a los que informa los mantiene enajenados. Y que conste que leo con particular deleite lugares de ese suplemento, que me deleito con las páginas de Estrella de Diego y que me encuentro siempre de acuerdo con la sensatez de Muñoz Molina, entre otras cosas; pero, ¿sabrán sus hacedores, redactores, responsables, etc. algo de lo que es Lope entre 1632 y 1635 para la historia Literaria de este país?
¿Y cómo les vamos a explicar lo del Lazarillo?
Lo dejamos para otra ocasión.
[La matización, pulimento y mejora de las viejas entradas de este "blog" me ha traído a esta fecha una vieja entrada de hace unos meses, al añadirle ilustración adecuada, cambiarle la letra, etc. Y aquí la voy a dejar ya, porque he cambiado muchas más y, como diría Berceo, es menester cansado].
[La matización, pulimento y mejora de las viejas entradas de este "blog" me ha traído a esta fecha una vieja entrada de hace unos meses, al añadirle ilustración adecuada, cambiarle la letra, etc. Y aquí la voy a dejar ya, porque he cambiado muchas más y, como diría Berceo, es menester cansado].
Ya era hora de que una voz con autoridad criticara el Babelia. Los profesores de universidad deberían en ocasiones ser menos eruditos y más intelectuales, sobre todo cuando el panorama cultural mediático está gobernado por periodistas sin formación, escribidores, tertulianos, magnates, maridos de modistas, etc. Tomen ejemplo de este blog.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con el primer comentario. El hecho de que los profesores de Universidad y otros muchos filólogos se hayan negado a expresarse en otros términos que no sean los eruditos o científicos ha hecho que esas opiniones se alejasen demasiado de la opinión pública, creando un vacío que al final ha sido suplido por esos escribidores y otras mascotas mediáticas que el comentario también señalaba.
ResponderEliminarPablo, enhorabuena por el blog. Innovación constante.
¿"siempre de acuerdo con la ¡¡¡sensatez!!! de Muñoz Molina"?... yo aún me estoy reponiendo del espanto provocado por su insidioso y desfortunado artículo -Con plomo en las entrañas, A.Muñoz Molina, El País, 12 de marzo de 2004- totalmente impropio de un intelectual dedicado a la reflexión y que aún, al recordarlo, me produce vergüenza ajena. Nunca, además, tuvo corrección. Se ve que este hombre se hace mayor y no maduro. Vaya cosas.
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