Era un convento importante en el Madrid de los Austrias; los monjes –mínimos de san Francisco de Paula– conservaron riqueza y predicamento durante todo el siglo XVI y el siglo XVII, como muestra la gran cantidad de bienes, juros, censos, tierras, etc. que se documentan hoy todavía, de las que hay un rastro notable en una colección de manuscritos de Gayangos en la BNE. Con ellos conectó Quevedo en varias ocasiones, sobre todo porque la hermana encargaba en su testamento que se fundara en ese convento una capellanía, y Quevedo dedicó a la fundación rentas de la Torre, y porque conoció y trató a fray Lucas Montoya, que tuvo mucho prestigio y ya, muy joven, predicó a la muerte de Felipe II, y luego frecuentó los ambientes intelectuales. Quevedo le dedicó el Heráclito Cristiano, entre otras cosas. Montoya escribió, además, una Crónica general de la orden de los mínimos...(1619). He contado estas cosas en una vieja monografía sobre Quevedo.
La otra es historia, la de Madrid, es bien conocida: cuando las diversas órdenes religiosas se lanzan al asalto de la capital (1561), agustinos, franciscanos, dominicos.... pugnan por los mejores lugares y los mejores protectores, enfrentándose además unos a otros. Los mínimos tuvieron desde el comienzo la protección de la reina Isabel y, por tanto, se hicieron hueco frente a los dominicos y los agustinos, que también tuvieron que pelear para que San Felipe el Real pudiera edificarse.
En realidad Francisco de Paula (santo desde 1511) había gozado siempre de una especial protección de los monarcas franceses. Isabel de Valois, la reina francesa se trajo la devoción y, entre sus reliquias, una imagen de una Virgen de la Soledad y, poco después, le pidió a Gaspar Becerra que tallara una imagen a partir de l a pintura. La leyenda cuenta –es un tópico, también diremos algo semejante a propósito del Cristo de los siete Reviernes que estaba en los agustinos Recoletos y hoy para en la parroquia de San José– que el escultor falló varias veces en el intento, que quemaba los proyectos, que se le apareció la Virgen.... Al cabo, hubo imagen y se extendió de modo tal su culto que hubo repiques de la Virgen de la Soledad en todo el mundo. La imagen se popularizó, definitivamente, por las procesiones de Semana Santa: raro es el lugar de la Península e Hispanoamérica donde no se venere a la Soledad, cuyos milagros se cuentan innumerables. Cuando llegó la desamortización la iglesia y convento, que eran grandotes y destartalados, fueron de los primeros condenados a la piqueta. La imagen de la Virgen se trasladó a la Colegiata de San Isidro, y salía de allí para cerrar las procesiones del vierne santo. Todavía he podido cazar una fotografía de 1905, pues en 1936 se quemó. Los periódicos católicos de la época ejemplificaron con su destrucción la perversión de los nuevos tiempos y en los archivos de la Academia de San Fernando se encuentran comentarios, por ejemplo del 9 de abril de 1936, sobre los avatares de la demolición que los "santos de piedra de la fachada" no se podían bajar.
Retablo de G. Becerra (Astorga) |
Levantado en lo que hoy es la calle de Espoz y Mina, estaba esquina a la calle de la Vitoria, la primera a la derecha cuando se iba desde la puerta del Sol por los Jerónimos. En el solar que ocupaban la confluencia de las C/ Victoria con la del Pozo y la C/ de San Jerónimo estuvo luego la famosa cafetería La Fontana de Oro (hay placa), derruida a mediados del s. XIX, sobre el solar se construyó (1856‑7) un edificio de viviendas de buen estilo.
El Museo Municipal de Madrid (i.n. 7629) conserva un lienzo de Imagen de la Virgen de la Soledad en su altar, anónimo, que representa la labrada por Gaspar Becerra en 1563 para este convento; pero el Museo está cerrado hace años y es de muy difícil consulta.
Ya que sale La Fontana de Oro, no estaría mal que un día dedicara uno de estos interesantísimos apuntes a los cafés y hoteles (fondas valen) del siglo XIX madrileños, ahora, imagino, desaparecidos. Los lectores de provincias (como aún rezan las normas de la Real Academia de la Historia para aquellos habitantes foráneos de Madrid) lo agradeceremos mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias, no obstante, por estos que ahora disfrutamos.
La placa de Galdós y de la Fontana, Arrume, está; la he publicado en una entrada anterior sobre vecinos. Gracias por animarme; lo iré haciendo poco a poco, se trata más de ordenar documentación que de otra cosa.
ResponderEliminarEs que estaba hoy leyendo cosas de esa época y veía yo el Café Inglés y el Hotel Rusia, que creo andaba por ahí cerca, y me preguntaba qué no sabrá Pablo Jauralde de estas cosillas.
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