Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 20 de agosto de 2011

Sarmiento y el ayuntamiento de Cedeira


Poco a poco he podido ir estrechando el cerco a los manuscritos de fray Martín Sarmiento que narran su segundo viaje a San Andrés de Teixido, desde Xuvia –exactamente el que yo haré a partir del próximo lunes, cuando lleguen las lluvias. Incluso he encontrado una reproducción (y que va aquí) en la que se dice que es “autógrafo”, cosa que no podré asentar hasta que no vaya al monasterio de Silos y lo corrobore. El historiador local –Rafael Usero–, en una publicación de 1972 lo utilizó con generosidad, aunque quizá a partir de la edición de Pita (1950), que no está en Cedeira. Para resolver todos estos problemillas me acerqué al ayuntamiento de Cedeira, que había publicado (sin fecha) el folleto cuya cubierta también reproduzco; pero no tenían constancia de otros datos ni había más ejemplares.

El ayuntamiento de Cedeira ocupa una plaza tan coqueta como muestra la foto, al final de la calle Real, en el casco viejo, endulzada por la presencia de ese viejo naranjo; hace tiempo lo vi por dentro: era un pequeño edificio, como se ve, elegante, discreto, sin perder la funcionalidad de este tipo de lugares. Hoy me he encontrado, primero, con el mismo edificio atravesado cruelmente por todo tipo de tubos y metales; luego, con una evidente falta de proporcionalidad en los nuevos añadidos. Supongo que la corporación anterior no tenía en qué gastar el dinero, mucho dinero, pues al pequeño ayuntamiento de Cedeira se le ha dotado de un ascensor de acero que aparece nada más abrir la puerta de entrada e insulta al vano de la escalera central, quizá anunciando lo peor de todo: se ha dotado a todo el edificio de una instalación de aire acondicionado (¡¡¡¡), bien evidente a partir de las tuberías que han trazado la nueva decoración, en un lugar en donde la temperatura, en los peores momentos del verano, difícilmente alcanza los 25º. Ascensor, aire acondicionado.... y lo demás que yo no haya visto espeluznan, y máxime en estos momentos en los que paro, despidos, crisis y visitas de su santidad están desangrando a este país. Lamento decir que la corporación que tan fastuosamente se dotó de estas instalaciones era de izquierdas, y no sé en qué proporciones entraron concejales y demás a formarlo, pero eran o se llamaban “de izquierdas”.
Con mis impuestos estatales han pagado a los policías que abofeteaban a mujeres y reprimían a fotógrafos en el centro de Madrid o al millón de almuerzos que se sirvieron en Cuatro Vientos o a los detectores de metales que medían el paso de los llamados peregrinos a un acto de catarsis colectiva que ha llenado de confesionarios el Retiro; y eso que somos estado laico. Con mis impuestos municipales el concejo de Cedeira se ha dotado de aire acondicionado y ha instalado un ascensor de miles de euros para que los funcionarios de arriba suban un par de pisos.
Mientras tanto en Madrid ha desembarcado el estado Vaticano con todo su aparato y se ha organizado otra parafernalia religiosa. Mientras tanto, su santidad pide que busquemos “la verdad”. No sabe Benedicto hasta qué punto estoy de acuerdo con él. Le aseguro que la he buscado y la ando buscando con más pasión y preocupación de la que se puede imaginar; pero no tengo la vanidad de extender mis hallazgos y frustraciones a todos los que me rodean, me escuchan o ejercen la misma tarea, cosa que su santidad –y feligreses– ejecutan con el desparpajo típico de los ignorantes, los fanáticos o los pobres de espíritu. De pensar que se posee “la verdad” a reunirse para cantarlo y proclamarlo, para ir imponiendo poco a poco –o por las bravas– lo que resulta de esa posesión –casi diabólica– no hay más que un pelín, que muchísimas veces no se respeta –dice la historia– porque les causa infinita pena que tanta y tanta gente –gentes y pueblos y razas– no disfrute de esa posesión, que dota a sus poseedores de un grado de reflexión e inteligencia mínimos. Todo eso tiene nombre.
Y así andamos.
 
  
   He vaciado las arcas varias veces  
sin encontrar jamás lo que buscaba
que no me venga el papa con monsergas
ni me quiten gusanos de la cara
  
   seré árbol piedra nube huella sombra
lo que a la tierra en flor le dé la gana
motivo de azucena en cualquier labio
y sonrisa de niño en cualquier playa

    millones de años todavía esperan
que una mota de luz se lleve en andas
el resto de una queja y de una duda
hacia un volcán de sombras y de nada

   mientras cruzan su fuego las estrellas
y el universo que estalló se apaga.

Ayuntamiento de Cedeira











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