Se entienden niño y mar. Se juntan cuando
llegan a aquel lugar donde la risa
y la espuma disponen su blancura,
donde el lenguaje bulle elemental
Y entonces dicen, juegan, miran, saltan
y disfrutan de un tiempo pasajero,
que no conoce más que la belleza
mágica del desorden en los juegos,
el tumulto de azules, olas, gritos
que el pensamiento pronto quebrará
para que inicien otras travesías
donde todo lo barre el pensamiento.
Mas la nostalgia adolescente deja
que con las olas todo se repita.
¡Qué mar y qué niño!
ResponderEliminary ¡qué versos!, claro.
Todo precioso