Los humanos van creando soledades
alrededor, Vicente, sin remedio,
conservan solo trastos de buhonero,
mientras que les devora la ignorancia;
barruntan que algo se les va y quisieran
o conseguir o ser otro artilugio
que sobreviva cuando –siempre– mueren;
llaman a su invención, a veces, “arte”.
Los humanos, que somos, y pensamos
–eso es lo malo–, que construimos sin,
en el vacío, en la imaginación,
con las habilidades del espíritu,
como este poema en que te inquiero y pido,
Vicente, compartir perplejidades.
Tras leer la saga completa de "Inquisiciones al joven filósofo", y sin ser Vicente (un atrevimiento), creo que usted va a pertenecer a los que, como dice el poeta, verán el fruto de toda una lucha larga contra la existencia en su etapa vital otoñal, mientras, paciencia ..., lo verá, y siga escribiendo estas páginas, gracias.
ResponderEliminarDe M. Sabbag,
"Mi cosecha"
Hay gentes que siembran sus sueños en invierno para que, cubiertos de hojas, den flores en primavera.
Otras hay que los siembran en verano para que nazcan en las riberas con el sol.
Pero yo
siembro mis sueños en otoño, entre brasas,
para recogerlos con mis dientes de las llamas.
Curioso el texto de M. Sabbag, aunque esa imagen final, las dentelladas, parece contradecir el ciclo de la vida.
ResponderEliminarGracias.
Creo que el ciclo de la vida se podría referir al espíritu de un luchador -usted da esa impresión y el poema de Sabbag también-, que nunca se rinde, que no envejece ... sólo envejecen el cuerpo y la piel, que ya es mucho, pero uno que tiene ganas es justo con la llegada de los otoños cuando se muestra más luchador. Lucha con ímpetu por lo importante, sin ambiciones ni vanidades que antes y ahora interfieren, y a dentelladas, abriéndose camino hasta entre las llamas, contra todas las dificultades que acaecen en toda edad, por lo importante, la vida, o sea, el alma. Creo que usted está a punto de comenzar lo bueno, pero aún no -esta es la impresión que saca el no-Vicente- de sus páginas.
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