Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 12 de agosto de 2011

15-M y Londres

Reducir a denominadores comunes algunos fenómenos sociales de los que están sucediendo y conmoviendo puede desdibujar la realidad: no creo que puedan considerarse globalmente y sin más Damasco, Londres, El Cairo, Atenas, Madrid, Londres, Lisboa.... Bien que nos gustaría, sin embargo, que fuera así y que gentes, en su mayoría jóvenes, de todos esos lugares hubieran decidido ocupar el espacio que les han estado robando politicastros, mafias, militares vieja usanza, corruptos, familias poderosas.... Si hay algo semejante es la conducta fuera de norma de quienes se conformaban y solían admitir desigualdad, atropellos, carencias. Al menos tal y como nos están llegando las noticias –y ese es otro tema mayor– aplaudimos la dignidad de los sirios, los egipcios, los argelinos....; reprobamos los saqueos en los barrios marginales de Londres; comprendemos la furia de los atenienses; nos maravillamos de la templanza de los españoles; de la resignación de los portugueses; etc. Probablemente nuestro juicio, explícito o no, viene tan determinado por nuestras propias circunstancias –el rapsoda se considera un burgués medio de la europa privilegiada, cuya educación y normas de conducta le resuelven problemas antes de que se los llegue a plantear– que o no entendemos bien las verdaderas razones de lo que ocurre o no sabemos colocarnos en perspectiva limpia para comprender.
Un mínimo esfuerzo, sin embargo, de limpiar esa perspectiva sí que nos permite alcanzar distintos grados de comprensión que van dibujando –sobre el fondo común– situaciones diversas. Hordas de jóvenes que saquean comercios en las grandes ciudades, principalmente aquellos que venden el señuelo con el que los vienen integrando en la avanzada sociedad mercantil inglesa: productos de marcas prestigiosas, aparatos electrónicos, etc. Vaya. Quieren tener –y gratis– lo que esa sociedad les ofrece  a cambio de buen dinero; disfrutarlo; hacer lo que les dé la gana; pasar de la fase trabajo –que por otro lado, se encuentra degradada– y ser como los ídolos, los anuncios, la TV, etc. Todo el mundo sabe –hasta Cameron– que detrás hay un problema de educación de personas, clanes y familias, que no se va a arreglar con miles y miles de policías arrojando chorros de agua; con las comisarías llenas de miles de jóvenes, que visten ropa de HM, manejan teléfonos de última generación y poseen sofisticados sistemas de reproducción musical o de invención electrónica. Mientras tanto, los campos de fútbol se llenan de miles de espectadores, con su cerveza al hombro y el aspecto positivo de estas reuniones –que lo tiene: procesos de comunión social, catarsis, encuentros colectivos en donde la disputa es un artificio....– queda velado porque eso es de lo poco, a veces lo único, que hay en la imaginación de aquellos individuos. Se les ha ido cercenando lentamente la libertad a base de reducirles la educación, es decir, de aniquilarles su potencial imaginario en todos los campos, que es algo a lo que podrían acceder las minorías pudientes. El impersonal que uso es para aludir a los sistemas en funcionamiento actuales en las sociedades capitalistas.
Ahora quizá se podría ver un poco más claro que las situaciones no son iguales; y que existen o van exisitir oportunidades regeneradoras para los lugares en donde la lucha se plantea en otro momento histórico: es probable que cuando los animales que gobiernan Siria dejen de bombardear a su propio pueblo y las clases privilegiadas pierdan sus derechos, emerja una sociedad más justa en la que, por ahora al menos, los jóvenes no asalten las tiendas de Sony para robar aparatos; o las de Levi`s para vestir buenos vaqueros. Y es probable que si la imaginación de hormiga de nuestros gobernantes no se empecina en terminar con el 15-M a palos –por mucho que les incordie–, el resultado de tan refrescante movimiento produzca resultados beneficiosos para nuestra deprimida sociedad. Y así sucesivamente.
Resumen: hagamos un esfuerzo por entender lo que en cada caso está ocurriendo; cambiemos cuantas veces haga falta nuestra opinión después de escuchar a quien nos quiera decir y explicar; intentemos por todos los medios elevar el nivel “humano” (educación, en general) con amplias dosis de libertad; guardemos porras y policias en la caja de los truenos; resolvamos de una maldita vez el gobierno de las clases privilegiadas que han dejado exhausto al país, con cinco millones de parados.... En España, al menos, si algo de eso no ocurre, terminaremos como en Londres; y en Londres, la próxima vez, las tropas vigilarán con ametralladoras los grandes almacenes. Mientras tanto, el ayuntamiento de Madrid, que era de lo más prudente de nuestra derecha, ha censurado las páginas del 15-M. Exactamente, el camino contrario.

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