Noches de la vejez, poco cantadas,
tan llenas de poesía y de belleza;
a media noche, urgentes, cortas meadas,
tropezando en el baño con torpeza.
Despertar de la tos las madrugadas,
¿dónde fueron legañas y pereza?:
deberían de estar iluminadas
las llaves de la luz en la maleza
de sillas, libros, lámparas y mesas;
trampas mortales las habitaciones,
huyen las gafas sin contemplaciones.
No sabes bien, edad, cuánto me pesas.
Oscuro. Gafas. Me hago pis. ¡Cojones!
¿Quién puso en mi camino los jarrones?
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