Me voy a reünir con la tristeza
esta tarde de agosto calurosa,
que vea lo que llevas por detrás,
así, como quien no quiere la cosa;
y que se fije en si al marchar te dejas
un par de lunas, un bombón, una ola,
o si tiene por fuera o por adentro
el muelle que le mueve en que reposa;
no es posible jugar con la tristeza
mientras exista un ave tan hermosa
que si descansa, que si al sol se tiende,
luce dos picos en montañas rosas.
Acabaré, tristeza, por la rima,
persiguiendo en su ombligo mariposas.
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