I
Ningún verso dirá lo que tú piensas,
ningún verso dirá lo que tú miras,
ni siquiera dirán lo que parece
que dicen las palabras que has juntado;
proceden del lugar de donde llega
lo que intuyes o callas o meditas
o lo que sabes que no alcanzas nunca
a comprender de las canciones viejas,
que sin embargo cuando pasan cerca
te dejan un rescoldo misterioso
que puede estremecer algunos versos
y aproximarnos a lo que no somos.
Y por eso quizá revuelves voces
y vas cantando viejas melodías.
y II
La luz que madrugó los horizontes
ya es que no puede ser más amarilla,
parece que se cansa del cansancio
empalagoso de inspirar poesía.
Los versos van a consideraciones;
acabarán por ser cosa sencilla:
rellenar algún hueco con palabras,
apenas nada más ya que decirlas;
y mientras tanto lejos los misterios
se enredan en absurdas lejanías
y se van a los libros y discuten;
bien mirados, parecen tonterías.
En tanto que la luz, sin definirse,
tiembla al pensar que no será amarilla.
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