Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 19 de agosto de 2011

fray Martín Sarmiento y San Andrés de Teixido


Resulta trabajoso compaginar naturaleza e investigación, por enunciarlo de modo muy genérico. Desde mi mesa de trabajo puedo ver los cuervos cruzar el valle de Santalla y posarse en la guía del cedro del Himalaya, hasta romperla una y otra vez, las mismas que vuelve a remontar esa rama y dirigirla hacia el cielo, como es el caso de la secuoya; pero la preparación del viaje  desde Doniños a San Andrés, siguiendo el diario del padre Sarmiento, me está resultando de suma complicación, porque me faltan textos, documentos, etc. que no puedo conseguir fácilmente, primero, porque me he inclinado hacia la “naturaleza”, segundo, porque a poco que uno enrede en tema histórico, hay que acudir a originales, para que Wikipedia no me mande muchos errores; por lo demás, en el lugar donde estoy (mapas 1 y 7 del catastral nacional) no tengo conexión, que efectúo, a salto de mata, en bares, locales.... y en la pequeña y deliciosa biblioteca manucipal de Cedeira, que ayer estaba llena, por cierto, y eso que sigue haciendo buen tiempo, muy bueno, lo que quiere decir que en el resto de la Península el calor está achicharrando.


Acudí a la biblioteca para completar el catastral (necesitaba el 6) y para consultar algunas ediciones modernas del padre Sarmiento, del que daba por descontado que había edición moderna de su segundo viaje a Galicia, el de 1754-5. No hay que dar por supuesto que las cosas más sencillas andan ya terminadas y dispuestas. He visto multitud de originales del padre fray Martín Sarmiento (1695-1772), algunos por su condición de bibliotecario de la catedral de Toledo durante cierto periodo temprano. Véase BL, Eg 907, f. 132 y ss. Y sobre todo el Eg. 1881, que contiene inventarios anotados por Sarmiento; así como el importantísimo Eg. 601, con catálogos de libros y manuscritos, algunos también anotados por el fraile, en donde –puestos a dar noticias– se encuentra también la relación de los “libros de mano” en griego que poesía Diego Hurtado de Mendoza.... Pero ya me alejo mucho del tema.

En fin, la búsqueda se enreda con la de los restos de la biblioteca del monasterio benedictino de San Martín (desaparecido en 1868) donde había profesado, escribió y murió. Incluso he enredado algo en Villafranca del Bierzo, en donde se dice que nació –o al menos se decía, hasta un reciente artículo, que le devuelve a un lugar de Pontevedra—, cosa harto extraña, pues cuando en el viaje de 1745 pasa por ese lugar, lo despacha en un par de líneas, sin alusión alguna. Estoy seguro de que la investigación –a la que no tengo acceso ahora, pues ando acompañándole en sus viajes– ha recogido sus fuentes primarias, de las que algunas veces he dado noticia, cuando me aparecían en lejas tierras. Lo más abundante e interesante se encuentra desde luego en la BL, así el precioso manuscrito con que me encontré allí no hace mucho y del que di noticia, que era algo así como las actas del monasterio. De aquella biblioteca, véanse, con todo, los ms. Eg. 544,  y sus obras mánuscritas “recogidas en diecisiee tomos por su amigo el duque de Medinasidonia” (Eg. 903; aunque a partir del V las recoge el benemérito corregidor de Madrid Antonio de Armona, que tantas obras preservó de su olvido), incluyendo un riquísimo epistolario. Sin embargo, parte de la colección Medinasidonia, que yo sepa está en el viejo museo de Pontevedra.
De lo último que di noticia fue del ms. 10350 de la BNE, en donde se conserva un curioso epistolario de eruditos y ensayistas de la época (la de José de Zevallos, la que ha recibido de Andrés Burriel, Tellez, Sarmiento, el padre Florez, Andrés Golfín de Figueroa, etc.) No es cosa ahora de recolectar manuscritos –Sarmiento no imprimió nada en vida, aunque intervino en las polémicas sobre Feijóo y hay opúsculos suyos en el Semanario Erudito (1789). Existe un facsímil del autógrafo de las “Mil duascentas coplas galegas” (Santiago de Compostela: Consello da Cultura Galega, 2002) que puede servir como guía y contraste de sus manuscritos originales, muy dispersos (véase, por ejemplol, BL, Eg. 602, f. 208). Y luego existen las colecciones de notas, manuscritos, eprgaminos, etc. que, en lo que se me alcanza, se han dispersado por todo el mundo y están esperando un erudito paciente.

En cuanto a las fuentes de mi opúsculo, por fin hoy he encontrado en la p. 69 de una sencilla monografía de Alonso Costa Rico (Sarmiento. Vida e obra; Vigo: Xerais, 2002) que se trata de un manuscrito de la abadía de Silos, que es el editado (por Sánchez Cantón y Pita Andrade) en un anexo de los Cuadernos de Estudios Gallegos (1950), de Santiago de Compostela. Parte de esa edición es la que ha servido de base a los comentarios y trabajos locales posteriores, por ejemplo al que imprimió el propio concejo de Cedeira, sin fecha.
En la biblioteca municipal de este lugar, recoleta y un tanto desordenada, he buscado el Almanaque de Ferrol (de 1905), en donde se publicó el viaje que yo voy a repetir (en agosto de 1745, según un manuscrito que se conserva en la Biblioteca del Museo de Ciencias [¿de Pontevedra?]), al parecer en castellano y no en gallego, pero todos estos extremos me resultan arduos de resolver desde aquí. He consultado una edición relativamente moderna muy completa de uno de mis viejos profesores de románicas,  José Luis Pensado, Viaje a Galicia (1745), en Salamanca: Universidad, 1975, del que existe edición moderna con versión al gallego (¡pero no dicen donde se encuentran los originales!). Pensado maneja el ms. de la BNE 20375; y el autógrafo con relación de sus obras en la misma BNE, 17642.
Las ediciones modernas son de una falta de rigor y diligencia criticables a todos los efectos, pues cuando no ocultan las fuentes, las suministran equivocadas o parciales. Supongo que los sarmentistas conocen los fondos de la BL que he enumerado más arriba y el lugar dónde se encuentran los mejores testimonios de cada obra, ya que tampoco he podido consultar las Actas de un Congreso sobre Sarmiento (en 1995), a pesar de que existe la ficha.
Y toda esta larga recesión es para señalar que no he podido ver ninguna edición –ni vieja ni nueva– fidedigna del viaje que pretendo seguir, de la que conozco fragmentos múltiples, comentarios, etc. Es posible que haya de relegarla a mejor ocasión, o hacer el itinerario sin contar con su ayuda documental: al menos veré el pequeño jardín botánico del pazo Libunca, hoy convertido en hotel de cuatro estrellas, por donde transita el camino.

[Errores, desajustes y demás no me permiten conectar fácilmente, de lo que se habrá de resentir el blog, por ahora]

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