He aquí un ejemplo sencillo de hito en el camino –inglés– de Santiago: la parroquia de su nombre en Lago, que es una población pequeña, en el camino de Cedeira a Ferrol, a poco de dejar Valdoviño, mirando hacia el lago Frouxeira.
El lugar reúne varias cosas interesantes: el lago es una reserva natural y el lago, el más profundo de los varios que hay en esas costas; estos mismos días, en la playa de Pantín, por ejemplo, se ven cruzar bandadas de aves continuamente, al parecer inician la emigración hacia el sur. El mar de Valdoviño y de Lago es un atlántico abierto, algo desmesurado, con playas muy extensas, normalmente vacías –excepto, los días de sol el rinconcito del baño–, que va dejando en el camino castros, menires, cruces, capillas, ermitas.


De la literatura local extraigo un cantarcillo medieval –una canción paralelística, de las estudiadas por Eugenio Asensio– del trovador Fernán Esquío o Fernán do Lago, que también vio pasar las aves y, como estaba enamorado, se fijó en ellas, que el amor hace mucho para observar estas cosas:
Vaiamos, irmana, vaiamos durmir
nas ribas lo lago, ú eu andar vi
as aves, meu amigo.
Vaiamos, irmana, vaiamos folgar
nas ribas do lago a eu vi andar
as aves, meu amigo.
Después de cantarla me desvié hacia el mar, buscando el faro nuevo –del que ya he hablado– por las inmensas dunas de la playa de Lago. No había ni un alma –el día era gallego, es decir, nublado, pero sin lluvia por el momento– y la sensación de soledad ante una naturaleza grandiosa se hubiera podido combatir invitando a folgar a la irmana.
Playa de Lago |
Al fondo, el faro frouxeira |
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