A veces el humano, en su versión
animal, se refugia en un rincón
y manipula el sexo con vergüenza,
y en la imaginación, como pantalla,
evoca escenas de otros animales
de su especie en haceres semejantes,
en situaciones que no admitirían
los hábitos sociales de su tribu.
En esos menesteres bien que emplea
lo que se tiene como parte noble
–esto es: la que se llama reflexiva–,
que al dicterio del cuerpo se somete,
y se enciende, y alcanza plenitud.
¿Qué conjunción, Vicente, se produce?
Estupendo soneto.
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